domingo, 14 de noviembre de 2010

GRACIAS POR SER, POR ESTAR

GRACIAS POR SER, POR ESTAR

Como alondra acudo a tu nido empapada de sueños. Tus alas me abrazan y en un suspiro desatas mis miedos, mis rasgones, mis desesperanzas. Me acunas y siento la calidez de tus manos que lentamente surcan el manantial de ese río desierto de besos.
Desciendo poco a poco al centro de mi universo, al origen de esta vida calmada que esperaba tu llegada. Me tomas y siento tu calidez en mis ropas, recoges del suelo los desgarros de este traje con el que transito lleno de jirones. Hilvanas uno a uno mis dolores, mis sufrimientos y los acicalas de hilos de colores dándole un nuevo amanecer. Mi piel se viste de esperanza y mis harapos se tornan en ropajes cuando me miras. Siento que tus ojos pueden verme, sentirme.  Viajas sutilmente por mi interior y balanceas este barco anclado entre matorrales hacia mar adentro. Me muestras con tus palabras la dulzura, la franqueza, timoneando mi vela hacia aguas pacíficas donde el amor ha varado.
¡Me haces sentir tan grande! Que puedo tocar las estrellas. Me empinas con tus manos y me alzas hacia ese lugar donde no existen fronteras. Hay luz en tus ojos y alumbran sin pretensiones mi camino.
A tu paso todo se vuelve efímero, todo pierde su valor. Tu lo ocupas todo, mi espacio, mi vida, mi ser. Caminas a mi lado acariciando suavemente mi mano, el mundo desaparece, sólo existimos tú y yo. Tus pies se detienen y me contemplas, veo lo que tú ves y me haces eterna. Siento que puedo escapar de este cuerpo donde me sentía atrapada y volar contigo hacia ese firmamento donde todo es posible. Tus labios besan mi boca empachándola de sentido, encuentran en tus labios el hueco donde anidar, donde descansar de tanta lucha, donde saciar esa sed que devoraba mi alma ansiosa de caricias.
Siento tu ternura en cada roce de mi piel, cuando suavemente la surcas disfrutando de su tacto, de su olor, de su aroma. Tus palabras despiertan a esa mujer que llevo dentro, haciéndola grande, sublime, hermosa. Recorres mi cuerpo dulcemente provocando en mí el caos, la desesperación y lentamente trasmutas el sentimiento en infinita paz, armonía, amor.
Sabía que me encontrarías, entre mis letras, entre aquello que escribía para que me sintieras. Ahora estás aquí y no tengo palabras, Paz era y paz soy, gracias por mostrarme lo que perdí en el camino, gracias por ser, por estar…


Tejedora del viento 11 noviembre 2010