viernes, 4 de febrero de 2011

¿ESTO ES AMOR, ES LOCURA, ES APEGO?

Este amor no tiene freno, me oprime las entrañas, circula por mi sangre regando mi cuerpo, empachándolo de vida, de desconsuelo. Mana entre mis grietas, entre los laberintos escondidos del deseo, aúlla en la noche silenciosa, brama alto para que lo escuchen hasta los espectros.
No silencies mis palabras, que ellas no tienen dueño,
¿Por qué callar lo que siento? ¿Por qué hacer mudo el sentimiento?
Mete tu mano en mi pecho, desnuda la carne que cubre mi cuerpo, acuna al corazón que tiembla entre lloros y lamentos. No me pidas que me calle, que ya no puedo. Tus labios me instan a besarte, a devorarte poco a poco, a mezclarme con tu cuerpo. Este amor engulle todas mis verdades, me captura, me encarcela en un mar de tempestades, donde la calma huye avergonzada, de ese torbellino que arrasa sin piedad todos los raciocinios de esta piel desnuda de pudores y recatados sentimientos.
No tapes mi boca, que quiero lamer todos los rincones de esas manos delicadas que me rozan despertando a la mujer que llevo dentro, atizando el fuego, excitando al paladar de esta boca que se zambulle en las delicias de tus besos. Mi lengua brama sin control por asirse a esa compañera parlante que se esconde  en  el silencio.
Déjame derramar mi lava, déjame que riegue tus montes, tus mares y el asta del barco que navega mar adentro. Que no puedo seguir callada, que no puedo ocultar por más tiempo lo que siento. Bulle dentro de mí, pidiendo salida entre los muros en los que lo tengo preso.  Qué sé que no te debo amar, que sé que este amor es morir  despacio entre tus brazos, entre la seda de tus dedos.
Insurrecta de mi mente,  sublevada de falsas emociones, de sutiles movimientos.  Ya no sé vivir sin alma, me he empachado de pasión, de vida, de el aletear de unas alas que vuelan tan alto que el tiempo no puede detenerlas.
Has llegado arrebatando mis ideas inquebrantables, devastando mi cordura, mi sensatez, la discreción de esta mujer que permanecía en el anonimato, detrás de los espejos, abrazada a las sombras, a las tinieblas de los sentimientos. Callados para no despertar a las fieras, a las emociones deshonestas, al descuidado de formas, a las escandalosas apariencias. Pero mis codiciosos pensamientos volaban alto dentro de mi cabeza, a la espera de tu llegada, a la espera de escapar de esas trincheras, donde sólo había muertos, fallecidos y falsos combates entre el descaro y las sutilezas.
Que no quiero comedidos movimientos, que mi cuerpo brinca por caminar desnudo sin ataduras, sin disfraces que camuflen el sentir de este volcán incandescente que bulle dentro de las paredes de este esqueleto.
Que quiero que explote sin caridad, arrasando sin piedad todos tus controlados pensamientos, que los desnude, los deje al descubierto, sin velos que oculten el manantial que corroe los entresijos de tu alma. Que el dolor los está devorando lentamente, sin pedir permiso. Despojándote de la pasión que mueve los mas devastadores enemigos de tu cuerpo.
Que no quiero seguir muriendo, que si he de amar, amaré, a pecho descubierto, que no me dañan tus puñales, que penetran muy adentro. Porque ellos me dan la vida, el sentir de este pedazo de carne que cubre la flor de mi esencia.
Que ya morí una vez, por callar, por amordazar a este ser que llevo dentro. Por amar lo imposible, por desear el árbol prohibido, y desatar la locura y el desenfreno.
Que tengo celos hasta del viento, ese que te roza las mejillas, penetra por tus labios, baja hasta tu barriga y acaricia las grutas de tu cuerpo.
¿Esto es amor? ¿Es pasión? ¿Es locura? ¿Es apego?
Esto es simplemente vivir, sentir la alegría de tener un cuerpo, de desatar los brazos, de despojarse de los dogmas existenciales, y de las normas del buen comportamiento.
¡Deja que grite mi verdad! ¡Déjame ser libre dentro de la guarida de  esta mujer que aclama su libertad como sustento!
Que amo, amo de verdad, amo… sin tapujos, sin medias tintas, sin pedir permiso para sentir el sentimiento.
¡Déjame que grite! ¡Déjame ser mundana, ser obscena! Que mi sexo arde en alaridos de guerra, en súplicas de tambores de contienda.
Tú has despertado a la fiera, a la prostituta en pañales, a la ramera. Esa mujer que lloraba dentro por salir a escena.
 Cansada de tanta farsa, de tanto morderse la lengua. De permanecer dormida mientras su alma se debatía entre la paz o la guerra.
No calles mi verdad, vete a otro lado si te escandalizan mis descontrolados movimientos, el mimo se atrevió a hablar, a alzar los brazos y despojarse de su vestimenta. Desnudo va por la vida, mostrándose en cada acera, no oculta ya su otra cara, aquella que tanto asusta a aquellos que ocultan su apariencia.
¡Te amo! Lo grito a voz muy alta,
¡Te amo! Ya no me asusta lo que siento.
Pobre aquel que tapia sus sentimientos, sus gritos amargos, sus lamentos. Navegan en mares en calma, nada les aturde, nada les frena.
Pero ¿eso es vivir? ¿Eso es sentir que la vida te apresa?
En esta vida hay dos maneras de andar. Caminando tranquilo sin que el aire despeine tu cabellera. O mezclándote con el murmullo, dejando libre el sentir de tu cuerpo. Gritando si has de gritar y amando sin medidas, simplemente dejando que el huracán irrumpa entre tus grietas, desestabilizando tu monótona existencia.
Que no hay mayor dolor silenciado que aquel que por miedo a sentir no siente lo que la vida le ofrece. 









                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 HILAVE        febrero 2010

jueves, 3 de febrero de 2011

DISTRAER AL CUERPO Y MATAR AL ALMA

Vago errante por los senderos oscuros del destino, te busco entre las sombras y tu luz se desvanece a cada paso. Mi piel se desgarra con tu recuerdo, se deshace en mil preguntas sin respuesta, en infinitas sepulturas que ocultan el sentir de este cuerpo que se resquebraja poco a poco y no consigue encontrar ese sustento que sacie esta hambre primitiva que me corroe las entrañas cada vez que te pienso.
La brisa fresca de la mañana, me mece, me invita a adentrarme en esa selva donde las fieras devoran a sus presas, se alimentan de su letargo, de sus miedos. Me empujan con descaro a pisotear las alfombras del vecino, a comulgar entre la gente, y entonces los abrazo, los siento. Me sacio de esa carne que devora mi alma, y alimenta mi cuerpo. Se nubla la esperanza y este yo cansado de esperarte desfallece, se deja acunar por esas almas que caminan a mi lado, rozándome. Instándome a olvidarme de este yo que se eleva entre la niebla buscándote.
Pero por muchos cuerpos que devore nunca me sacio, mi alma anda hambrienta, famélica de ese amor que colme mis ansias. Son ínfimas las migajas que me ofrecen, porque siempre apareces tú en mi recuerdo, ese tú que me hace temblar con tu mirada, ese tú que mece mi alma y zarandea mi mar en calma. Pero Cansada de esperarte sigo mi camino, me mezclo con la gente, bebo a sorbos sus designios, palpo sus miserias, hurgo entre sus grietas, para volver a contemplar la similitud de esos cuerpos vagabundos, que se contornean en esa soledad que se instala en sus chaquetas.
Y mientras camuflan sus descontentos entre adornos de caretas y aliños de compañía, sus almas, esas que se encuentran en las cuevas de esos cuerpos, desfallecen poco a poco, se hunden en sus infiernos insatisfechos.
¿Nunca comprenderemos que el amor no es pasión sino ternura encerrada entre unas manos que suavemente se deslizan por tu espalda?
No, estamos demasiados ocupados en distraer al cuerpo y matar al alma.


HILAVE 1 febrero 2011