martes, 21 de junio de 2011

HUELO PERFUMES DE RECUERDOS ENTRE LOS ROSALES FLORIDOS DEL PRESENTE

¿QUÉ ANDAMOS BUSCANDO?
 

Gatea la luz entre los perfiles curvados de este sentir tranquilo por los alambiques del suspiro. Meces mi paz entre la silueta invisible de las sombras a los pies de los altares.

Huelo perfumes de recuerdos entre los rosales floridos del presente.

Eres tú la piel que curte mis manos, eres tú la llama que enciende el cráter que se oculta de la mirada obtusa del que no conoce los designios de este dios, que obra en Pro de un mañana inexistente.

Me elevo a los límites de ese cielo donde las utopías recobran su brillo y espero a que se destapen los visillos, que mis ojos puedan ver la realidad vestida de quimeras, las ilusorias fantasías que sólo los locos de alma pueden comprender.

Sé que existe un lugar donde las luces rara vez se apagan, donde la oscuridad anda de puntillas para no despertar los destellos cegadores que iluminan el camino. Sé que desde ahí arriba contemplas con descaro este carraspear continuo de los hombres y sus gentes. De sus obras y miserias, de la mano acusadora que golpea lo equivocado a los ojos de cualquiera y acaricia las leyes sin sentido de este mundo insulso que se mueve al compás de unos latidos que no galopan al unísono.

¿Qué andamos buscando? ¿Dónde dejamos los sentimientos que se alojan en el alma y sólo buscan encontrar su sitio?

Juegos y artimañas enturbian el camino recorrido, sed y hambre dentro de ese cuerpo que se nutre de pan y se vacía de contenido.

Caderas que se detienen al ruido, voces que se escapan sin encontrar el retumbe del sonido. Manos que se aletargan sin despertar la llama en la piel caliente del vecino. Sueños escondidos, atados, sepultados que lloran sin encontrar el hueco donde escapar del suicidio.

Abstinencia de tacto, de caricias, de palabras que penetren acariciando los sentidos, despertando las fragancias, las cosquillas juguetonas que ronronean avivando las alas de ese cuerpo que anhela retomar su sitio.

¡Es todo tan sencillo! ¡Son las leyes de la vida, sin pena, ni castigo!

Es la inocencia del que ama, sin cuerdas, ni lazos ni cadenas que te amarran. Es la voz de la cigüeña que pare entre miradas la flor de la indecencia. Es un toque de resaca, un roce de las yemas, un beso sin espaldas, una pincelada de paciencia. Es un recorrer tranquilo por los rincones de ese sendero que se contornea, que se abre en alaridos, en gritos pidiendo guerra, de esa que se emprende sin espada, sin armas y sin contienda. Descendiendo por los valles, los montes, las laderas, penetrando en sus ríos, sus lagos y adentrando en los pliegues anegados de deseos y apetencias.

Es la voz de aquel que calla, de aquel, que de si reniega. Silencios aprendidos, empachados de vacíos, de noches con escarchas, de días sin latidos.

¿Qué andamos buscando? ¿Qué hemos aprendido?

Desata tu templanza, da rienda suelta a tus sentidos, percibe el tacto de mis labios que besan la piel de tus palabras pidiendo auxilio. Sé libre dentro de tu alma, sé libre más allá  de la mirada sentenciosa que no entiende de suspiros.



                                                                                                          Hilave Junio 2011