jueves, 28 de octubre de 2010

QUIERO ESTAR SOLA, QUIERO OLVIDAR

Perdida entre los entresijos de mi morada, busco sin buscar mi rumbo. He parado a descansar, a encontrar esa callejuela que me lleve a la salida de este laberinto en el que me he extraviado. Fui para volver y me encontré vagando entre avenidas insulsas donde todo carece de sentido.
Cansada de buscar me vuelvo para mi mundo, que nadie me llame, que nadie quiera entrar en él, ahora cierro la puerta, quiero estar sola, quiero olvidar.
Quiero perderme entre mis letras, entre esas historias que invento, escribo para vivir.
Necesito sentir que aún me queda tiempo, que todo no has sido en vano, que mereció la pena tanto esfuerzo, tanta lágrima derramada, tanto apuesta por nada, tanto esperar a que un día llegaras. Pierdo mi fe y necesito recuperarla. Necesito encontrar ese lugar donde anidan mis sueños, donde se despiertan mis esperanzas, donde puedo ver lo que ahora no veo.
La ceguera empaña mis madrugadas, perdí la visión de tanto buscar y no encontrar nada. Todo está oscuro, todo ha perdido su brillo, su color, su ritmo. Me aferro a esos destellos que de vez en cuando surcan el cielo, pero, poco a poco me desato de la cuerda que los ata y me escapo hacia adentro, hacia la oquedad de este silencio que me acompaña, hacia el inframundo de mi vida cansada. Necesito descansar, oír las voces honestas del que habla, escuchar los susurros del alma, abrazarme a mis recuerdos, acurrucarme en la almohada de los bueno momentos, necesito volver a sentir aquello que hoy se escapa entre las ranuras de mi vida postergada.
Me cansé de vagar por el mundo, de buscar entre los escombros alguien que surcara mi mismo cielo, que planeara muy lejos de la mezquindad y la desgana. Pero siempre me encuentro errando entre nimias palabras, escasos pensamientos, siempre tropezando con las aristas del mundo, rasgando sin perdones mis esperanzas, desgarrando la piel de mis suspiros y descosiendo de mi traje la silueta de tu cara. Siempre las mismas penas, las mismas miserias gastadas, las mismas manos deshonestas, las misma opulencia de artimañas.
Me voy a mi mundo, me encierro entre las paredes de mi casta, esa que comprende lo que sufro, esa que siempre me acompaña.
No pegues a la puerta, ahora está cerrada, no quiero intrusos, no quiero gente que choca con mi casa, no quiero fisgones de mi alma, no quiero que penetres más allá de la frontera que mi cuerpo te marca. Aléjate de mí, no quiero amotinadores de mis sentimientos dormidos, no quiero alborotadores de los recuerdos que me empañan, no quiero insurrectos en mi alcoba, sólo quiero estar sola y sólo quiero olvidar.
Que nadie urge en mis heridas, que nadie sepa que me he sentado en el abismo de mis recuerdos, impidiendo que se desplomen al precipicio, frenando que de mi lado se vayan. Quiero inmolar lo sufrido, quiero cerrar los ojos y volver a sentir la calidez de una mirada, la complicidad de formas, el acople perfecto de dos almas. Que nadie me quite mis remiendos, que nadie usurpe esos sentimientos que nacen de mis entrañas. Que nadie interrumpa mis pensamientos, que me dejen tranquila dentro de mi coraza.
Que sólo quiero estar sola, que sólo quiero olvidar.
Me marcho para seguir sintiendo, para no perder la certeza y la confianza, para volver a mis orígenes, para adentrarme en la parte primitiva de esta mujer que se cansó de ser sensata.
Quiero caminar desnuda, deshacerme de todos los lazos que me atan, introducirme en la parte oculta de mi cueva, en la parte escabrosa de mi morada. Quiero mirar frente a frente a mis miedos, enfrentarme a ellos y ponerles cara, que nunca más paralice mis acciones, que nunca más mantengan mi boca callada.
No te acerques a mí, que quiero ahogar mis penas entre acordes y guitarras, no golpees la puerta, ya te he dicho que está cerrada. Así permanecerá por mucho tiempo, ya no quiero aventuras nuevas ni gente vana. Me cansé de dar explicaciones, me canse de ocultarme entre los velos que cubren mi piel de sensaciones varias.
Me camuflo entre mis letras, me inserto entre los párrafos de mis páginas, me encierro en el mundo gigante de los libros, me invento mil aventuras y vivo el amor perfecto de dos almas.
¡Dejadme tranquila dentro de mis recuerdos! ¡Qué nadie interrumpa este navegar por las grutas de mi infancia! Necesito volver a  mis orígenes, a las manos limpias y la boca sabia.
Qué el mundo se detenga, que no quiero seguir girando entre cabriolas y acrobacias, soy mucho más humilde, voy a corazón abierto con la franqueza como coraza, cansada de darme la vuelta y echar a correr porque de nobleza tu no te acicalas.
¿Cuándo te darás cuenta? ¿Cuándo bajarás tus armas?
Batallando por escalar peldaños, por subir de golpe la montaña, intentando ver la cima de la cumbre sin disfrutar los enigmas de la escalada.
Hay un mundo de luces que iluminan tus pisadas, que te indican el camino, que te muestran claramente en que lugar encajas.  Pero te empeñas en complicar lo simple, en marañar los designios, en entorpecer lo que el cielo te regala.
¡Es todo tan sencillo! Hay tantos lazos invisibles que te hablan, que te muestran el pasaje de tu estirpe, que te indican los hilos que se han cosido al destino que para ti se marca.
Pero insistes en mirar con los ojos, en vez de sentir con el alma, haciendo caso a tu razón y desterrando lo que tu corazón te habla.
Las evidencias corren por pasadizos oscuros, se ocultan para que tú eleves tus alas, mires fuera de ti, dejes de llorar por  nada.
Que imbéciles somos a veces, ignoramos lo sublime de una mirada, desvaloramos a quien te tiende la mano y elevamos a quien de enigmas se engalana.
¿Alguien puede decirme porqué callamos? ¿Por qué ocultamos lo que sentimos cuando es tan bello amar? ¿Por qué dejamos escapar a las personas por nuestros egoísmos y miedos? ¿Por qué siempre buscamos algo más?
¡Es tan difícil sentir un beso! ¡Es tan complicado un acople perfecto! ¡Es tan inusual calzar la nobleza en los mismos zapatos!
No, mejor olvidar… Es mucho más fácil que luchar por lo perdido, por lo que hemos dejado escapar.
¿Cómo dejar el ego a un lado? ¿Cómo abrir los labios y decir un te amo?
¡Cómo darnos cuenta que esta vida es un suspiro y mañana no sabemos si estaremos en ella navegando! ¡Cómo aprovechar este instante, este que ahora te regala la vida para sentir, para besar, para acariciar, para hablar, para reír, para oír, para caminar, para contemplar la belleza, para simplemente vivir!
No, mejor olvidar… meterme en mi coraza y esperar…
No roces mis pupilas, no palpes mis lágrimas que se derraman, me encierro en mi mundo, me escapo de esa humanidad que esconde sus sentimientos para que nada les dañen.
Me cansé de sus ruidos, de sus gritos escondidos en sus gargantas, de sus sentimientos disimulados, de esa falta de confianza.
Me reuniré con mis recuerdos, me sentaré a la mesa con la esperanza, restituiré lo perdido, y dormiré esperando a que un día pegues a mi puerta, seguro de lo que amas. Me enamorarás con lo que escribes, con la pluma que empuñas en tu mano tibia y calmada.
Sé que aparecerás un día, y mientras tanto, mientras espero, cierro la puerta, me meto en mi mundo. Quiero estar sola, quiero olvidar.

Hiladora del viento 27 de octubre 2010

lunes, 18 de octubre de 2010

SIN SABER EN QUE INFINITOS CIELOS TE ENCUENTRAS

Hoy percibo tu aroma en el aire, sueños borrachos de fragancias riegan mi noche. Abrazada a mi almohada te siento. Te invento en la oquedad de este momento, sé que me esperas mientras calmas tus horas de soledad llenando tus bolsillos de sonrisas.
Miras al cielo y te preguntas ¿Dónde estará ella?
Deslizas tus dedos por mi espalda negando mi cuerpo de bálsamos de calma, Siento el aliento de tus palabras provocando cada esquina de mi cuerpo. Te deseo aún si saber en que infinitos cielos te encuentras. Sé que estás ahí, regalando sin pudores tu dolor, para que puedan aprender de él aquellos que te escuchan. Vives libre de orgullo, derramando tus verdades en cada vaso de vino. No le temes a mi mirada, sabes que ella es franca y directa. Te dice lo que siente sin  movimiento de manos, ni de vueltas. Nunca entendí para qué esconder las palabras, para qué ocultar lo que es intrínseco al hombre que habita este planeta.
Te invento en cada estrofa, te moldeo en cada sílaba, quiero dejar señales para que puedas encontrarme, para que cuando aparezcas, sepas reconocerme en estas letras.
Yo te hallaré entre los escombros, desempolvando tu mente inquieta. Tus labios hilaran vocablos y tu voz hará que me tiemblen hasta las piernas. Verás más allá del disfraz en el que me escondo, me quitarás una a una todas mis caretas, trastocando mis verdades y descosiendo la decencia. Te hallaré por tus pies cuando caminen, en tu boca cuando bese, en tus labios cuando rían, en tus manos cuando la deslices por las curvas de mis caderas.
Serás libre de enjuiciamientos, provocarás la parte tímida de mi entrepierna, abortarás con tus axiomas mi raciocinio preñando de libertades lo recatado de mi conciencia.
Serás un niño vistiendo de traje, jugando a despertar la pícara mirada que te desconcierta, me oculto tras finos modales pero lo profano siempre me tienta. Te hallaré, en tus palabras llenas de sentido, en lo que calles, en lo que cuentes. En ese miedo contenido, en ese viajar sin  mochilas ni maletas.  En tus mil caras, en tu mirada inquieta, en la piel aletargada de recuerdos, en el dolor que has cosido a esas heridas que no cesan.
Te hallaré porque no escondes lo que sientes, porque te arriesgas, porque luchas en batallas perdidas y nada nunca te desalienta. Te hallaré porque te aproximas lentamente, atándote a mi piel sin que me entere, colmando de sonrisas mis lunas y atiborrando de carcajadas los bolsillos de mi chaqueta.
Caminarás visible mi mismo camino, no a mi lado, que es demasiado cerca, que mi libertad ignore que existes, que ella no entiende de fronteras.
Me enamorarás por lo que escribes, porque descifras todo lo que escondo entre estas letras, porque eres aprendiz de hechicero y maestro en enlazar vocales en fonemas.  
Te hallaré buscándome sin buscar, te hallaré cuando mi búsqueda se desvanezca, sé que estás esperándome, sé que en algún lugar riegas cada día las flores del destino para que emerja.
Y mientras tanto, y mientras llegas, te invento con mis palabras, te invento hilando sueños y pensamientos, nunca atándome sin amar, nunca eligiendo por mis carencias.
A veces me desespero, me asfixio en esta soledad que no halla respuestas. Me hundo en los desiertos del caminante, aquel que todo busca y nada encuentra.
Sin saber en que infinitos cielos te encuentras, te escribo para sentirte, para apresarte entre estas letras, para imaginarte, para tenerte, para crearte y darle forma a una quimera. 
Sé que tú también viajas alto, tal vez demasiado cerca de las estrellas, nueve lunas has de navegar hasta encontrarnos surcando historias en la misma guerra.
Pero no desisto, aprendí a esperar, por ti, todo merece la pena.



viernes, 8 de octubre de 2010

VIVIR ES SENTIR

Lo olvidaste…

Pataleabas como un niño sobre la alfombra de tu cabeza quebrándote la sonrisa, haciendo añicos todo lo construido.
Atabas las comisuras de tus labios a tu rostro para que no se desdibujara tu postín. Mascara de risa y dicha cubriendo de polvo el ayer. Revoloteabas y fingías vivir.
Sujetabas tu cabeza entre las manos, te hacías tantas preguntas tan inútiles como el tiempo vivido en soledad. Repetías una y otra vez, lo siento, no puedo hacer nada. Y como un niño asustado recomponías la verdad con los retales de tu vida.

No, no me digas que has vivido más que yo…que tú no sabes lo que es vivir
Estaba oscuro, lo sé, se hacía de noche mientras esperaba.

Paseabas la libertad como bandera y tapabas con lágrimas el porvenir. Huías de todo y de nada, el tiempo estaba por venir.
Rugía el motor de tu vieja chatarra, cansada de existir.  Reía, gritaba, callaba, esperando resurgir.
Títeres de un teatro sin cuerda, sentado en el palco mirando el porvenir, la función se había acabado, y todos permanecían allí.
Volaban alto los sueños, aquellos que inventaste para existir.

Lo recuerdas…

Te percibía mientras pronunciabas frases sin sentido, permanecías orgulloso sobre el pedestal mientras con aire de indiferencia utilizabas tus labios para entonar palabras y unirlas en aparentes conceptos.
Tú y tu orgullo te impedían ver más allá de esta solapada apariencia, no te permitían distinguir entre lo soy y lo que parezco.
Te oía mientras mi alma sonreía, hacía tiempo que jugaba al escondite ante personas como tú. Ante marionetas del mundo que creían haber vivido porque se disfrazaban de coraje y contento.
Me instabas a mirarte, a contemplarte, fanfarroneabas de pintadas apariencias, empujándome a observar eso que decías llevar por presencia. Ese cuerpo modelado por horas de tedio y esa mente educada en el más absoluto silencio.
Esa soledad enmascarada en libertad y esa ignorancia sepultada en el baúl de tus complejos.
Nunca comprenderás que mis ojos no podían verte, que ellos planeaban sobre cielos más altos, libres de todo lo mundano y todo lo establecido en las bases de ese juego.
Blasonabas de haber residido en cinco ciudades diferentes de distintos continentes, haber trabajo en los mejores bufetes, haber conocido lagos, ríos y océanos y haber tenido mil relaciones y mil experiencias diversas.

Y presupones que has vivido más que yo. Tú no sabes lo que es vivir…

Vivir es sentir…llenar de emociones tu guerra. Tirar de una patada todos los muros y permitir que te acompañe la alegría y la pena.
Es haber llenado tu vida de sueños, de ilusiones y remiendos… y sentir como alguien puede llegar y arrebatártelos con un solo beso.
Vivir es transitar callejones desiertos mientras todos creen que navegas en barcos de viento.
Es amar con las vendas del miedo cuando quien dice amarte colorea tu mejilla de morado y centeno.
Ignoras lo que es cosechar sueños mientras tienes que esconderlos. Labrar esperanzas en la infertilidad de una granja y recolectar paciencia para comprender porqué la vida te ha dado la espalda.
Y mientra tanto… mientras todo esto sucede, ignoras lo que es llenar tus escombros de vasos de leche y pañales, instruyéndote en el master de la compresión y la calma, y graduándote en la facultad de psicología, magisterio, biología y bellas artes.

No, tú no sabes lo que es vivir…

Paseabas por la vida mientras ella pasaba por tu lado sin rozarte. Te amparabas en el dolor para no luchar por tus sueños. Buscabas y buscabas en cada boca esa agua que saciara tu sed ignorando lo que significaba vivir en un desierto.
Desconocías las leyes de la paciencia, del sacrificio y la impertinencia. Desconocías lo que era vivir con seis manos, seis pies y tres cabezas. Permaneciendo siempre despierta a la espera de la tos ferina, la neumonía o la varicela.
No, no sabías lo que se sentía cuando la soledad acompañaba mis madrugadas y la incomprensión dormía al otro lado de la cama.
No sabías lo que sentía cuando el rencor acariciaba mi  brazo y yo sólo sentía rechazo. No sabes lo que era odiar y amar al mismo tiempo, sin poder alzar la voz en el viento.
Vivías en el interior de tu castillo de cristal observando el mundo pasar… Presumías de frialdad y control entre las murallas de tu fortaleza…
Creías vivir porque tu cuerpo transitaba calles y avenidas… porque balbuceabas palabras entre mentes estrechas y mantenías conversaciones de actualidad y falsas promesas.

No, tú no sabes lo que es vivir…

Es romper todas las cadenas, correr hacia el abismo y detenerte antes de caer al inframundo sin tejido ni tela.  
Es abrir tu pecho en canal y dejarte llevar por la pasión de corre por tus venas.
Es amar sin descanso ni tregua, es introducirte en el interior del huracán y penetrar en el manantial de devora tu esencia.
Es desear morir despacio, es anhelar envenenarte con el frasco de su indecencia.
Es caminar sobre la cuerda de la realidad mientras tus brazos se aferran al trapecio de las altas esferas.
Vivir es saltar todas las barreras, destapar todas tus fingidas miserias y andar desnuda sin tapar el dolor y la pena.

No, tú no sabes lo que es vivir…

Atraviesas las inexistentes avenidas de tu existencia con fingidos esquemas. Te abrigas entre los brazos de la cordura y la prudencia. Atizando a tus palabras a ser comedidas y a no surcar las calles de la sinceridad cuando de sentimientos se alimenta. Escondes tu dolor en el armario de cosas para olvidar, cerrando con llave la puerta. Y camuflas de calma tu tempestad para no alterar ese volcán que hierve por eclosionar.

Presupones que has vivido más que yo… Pero… tú no sabes lo que es vivir…

No sabes lo que es que el dolor rasgue la tela de tus harapos, desgarre la fibra de tu sonrisa y descuartice los espacios de tu inocencia.
No sabes lo que es despertar sin madrugadas y dormir sin tus sueños. Morir porque estas viva y vivir porque estás muriendo.

No, no sabes lo que es eso

Ignoras lo que se siente cuando has bajado al infierno y de pronto una mano te eleva hasta el cielo. Acaricia la mejilla de tu esperanza y restaura el color de tu pelo.
No, no sabes lo que se siente cuando ese alguien te coloca delante de tus espejos y descubres a una mujer que se desgarra por dentro. Devolviéndote tu identidad y deportando la pantomima al destierro. 

No, no sabes lo que se siente cuando después de la tormenta llega la calma, pernoctando en su vientre y cobijando el deseo entre las sábanas de mi almohada. Alojando su alma en mi alma y despertando mis ansias cansadas. 

No, no sabes lo que se siente ahora que volvieron mis pasiones robadas, mis caricias postergadas y sus manos arrullan mis madrugadas.

Estaba oscuro, lo sé, se hizo de día mientras esperaba…

INTENTANDO NO DESHACERME DE TU ALMA era una forma muy dura de vivir: prohibiéndome recordar y aterrorizada con el olvido.

Tu figura se desdibuja en el espejo de mi recuerdo, el reflejo de tu luz se ha convertido en sombras. Evoco entre sueños tu imagen y se ha perdido en el silencio. No puedo mantenerla anclada en el puerto de la esperanza, ya no queda resquicio de aquel destello.
Elevo mis manos intentando detener los perfiles de tu cuerpo, pero se van con el viento y ya no puedo detenerlo. Visiones borrosas que me recuerdan el albor de un amor que llenó mi alma, pero que ya danza lejos de aquella llama.
Me resisto a que se desvanezca la imagen de tu mirada, esa por la que temblaban mis entrañas, perdiendo la cordura y la calma.
Pero los filamentos del lazo que nos ataba, se van deshaciendo y va aclarando todas mis lagañas. Ya no veo príncipes, ni héroes, ni Ángeles en tus hazañas, sólo una imagen difusa de un hombre que despertó mi alma.
A veces viajo al horizonte de mi memoria y permanezco allí para evitar que te vayas, pero… te vas disimuladamente sin dejar atisbo de tu presencia en esta casa. No quiero que se pierdan mis recuerdos, no quiero deshacerme de tu alma, pero… te estás yendo como la arena que se derrama de mis dedos y se asienta en otra playa.
Rescato tus manos entre mis sueños y acaricio la piel de mi almohada, sintiendo
Vibrar mi cuerpo, pensando en la pluma que escribía canciones en la epidermis que cubre mi alma.
Me enseñaste sin querer, a crear música entre las cuerdas de tu guitarra, afinando en cada letra, en cada canción cantada, un ritmo de movimientos, entre sostenidos, acordes y escalas. Barítono de mis emociones, tenor de mis plegarias, fui soprano entre tus manos en intervalos de segunda, tercera y cuarta, tocando el cielo en cada nota aún cuando tus dedos no me rozaban.
Escribo para tenerte, para impedir que de mi recuerdo te vayas, te mantengo vivo entre mis yemas y las teclas de mi instrumento, sin cuerdas, tambores ni palmas.
Pero… te vas como la infancia perdida, como la anciana que quiere recuperar la tersura de su piel cansada, llena de pliegues, vivencias y añoranzas de una vida que se aleja, y no puede hacer nada para alcanzarla.
Te difuminas en el tiempo, en el despertar de cada mañana, ya no estas entre mis pensamientos, ni recuerdo la dulzura de tu voz llenando de paz mi templanza.
Sé que no encontraré otro amor que haga vibrar mi alma, que me haga desesperar por un beso y me impulse a desear la sangre que corre por sus venas, más que el cuerpo que le acompaña.
Pero… su mirada me hará hermosa, sus manos recorrerán sin prisas la desnudez de mis palabras, la osadía de mi boca y la lengua que de saliva se baña. Él verá más allá de aquello que tú nunca quisiste ver, una mujer segura de lo que ama, que se viste de sencillez  y de nobleza se calza.
No quiero que se pierdan mis recuerdos, no quiero deshacerme de tu alma. Pero ahora vuelvo a sonreír, ya no hay frialdad, ni rechazos, ni esperanzas vanas. El amor es mucho más que palabras, se demuestra en cada gesto, en cada sonrisa robada, en realidad nunca me amaste, quise ver donde no había nada.
Vivo libre por el mundo, nunca más atarán mis alas, aunque mi corazón nunca vuelva a latir tan fuerte como el huracán que descubrió la mujer ardiente que dentro de mí se hallaba.
Te desvaneces en mi cabeza, ahora no hay ocupas que me distraigan, te evaporas sutilmente, dejando vacía la estancia.
Pero aún elevo mi mano, una, porque la otra ya está ocupada, intentando engañar a mis recuerdos, intentando no deshacerme de tu alma.

¿DÓNDE DEJÉ MIS ZAPATOS?


Paseo lentamente por el callejón de mi destino, apreso entre mis manos mi equipaje y avanzo con paso firme. Miro hacia atrás y lloran mis ojos, abrazo mi maleta de recuerdos intentando detener el tiempo, pero ya se ha ido. Camino dejando en la trastienda mi sonrisa empachada de nostalgia y miro hacia adelante. A lo lejos puedo verlo, me está esperando engalanado de esperanzas y sueños, pero yo no puedo correr a su encuentro.
Giro mi cabeza en un intento de aferrarme a esa última mirada, pero tú miras hacia el suelo. No me sueltes, te pido, no permitas que me vaya…
Prosigo agachando la cabeza, sé que es mi momento, es hora de huir de tus palabras, aquellas que enamoraron a mi cuerpo, él me espera.
Y ahí me encuentro yo, parada entre dos mundos sutiles, sin saber si quiero volver hacia atrás e incapaz de salir corriendo hacia adelante y abrazarle tiernamente como él se merece.
Desde aquí puedo contemplar el arquear de sus labios, sonríe mientras yo intento comprender que estúpida razón me detiene.
¡No mires hacia atrás! Me digo. Sigue tu camino, ya has dado el primer paso.
Distingo mis pies descalzos pisando sin acierto entre las piedras de esta avenida que esta vez no he emprendido en solitario. ¿Dónde dejé mis zapatos?
Me duelen los pies y no reconozco el sabor amargo de este naufragio.
Transcurren mis pensamientos por heladas avenidas mientras mis ojos contemplan la calidez de sus halagos.
Puedo verlo, esta vez puedo verlo…Pero ¡está tan lejos! No consigo alcanzarlo.
¿Cuánto tiempo llevo caminando con mis pies descalzos? ¿Cuánto tiempo he perdido en curar las heridas que me he infringido a diario?
No lo sé, y a decir verdad, no recuerdo si alguna vez tuve zapatos…
Todo debería ser más sencillo, pero soy complicada ¿Qué voy a hacerle?
Nunca he caminado como todo el mundo, aunque siempre han intentado encauzar mi vida por travesías estrechas, adiestrándome en la miopía y en las correctas apariencias.
Ya desde pequeña ataban mis zapatos con dos vueltas para que no deambulara entre su realidad palpada y mi solapada ceguera.
Nunca comprendieron que no había soga que me atara a la tierra, aprendí a volar sin alas y a descalzar mis pies de esas cuerdas que lo apresan.
¡He surcado tantos mares intentando encontrar la verdad de las esencias! deshilvanando los hilos con los que cosieron mis alas, cuando al fin se dieron cuenta, de que nunca podrían detener mis sueños, ni vetar lo que me correspondía sin tapujos ni reservas.
¡He perdido tanto tiempo en encontrar mi vuelo! ¡En desarmar lo ya armado tantas veces para comenzar de cero!
Y estoy cansada, aunque ahora que lo pienso, tal vez sea el dolor de mis pies lo que me hace caminar tan lento.
¿Dónde dejé mis zapatos?
¿Por qué preferí andar descalza que adaptarme a camuflar mis pensamientos?
No sé cuanto tiempo llevo caminando arañando el interior de mi sustento, no sé cuanto tiempo he soportado el dolor que llevo dentro.
Aprendí a circular sin calzados, sólo así podía ignorar su juego, ese que hacía llevarme por callejones concurridos donde no había cabida para los proyectos de mi cuerpo.
Me deslizaba de puntillas para que nadie percibiera mi movimiento, siempre en la sombra, oculta debajo del aletear del viento.
Taparon mi verdad con las mantas del silencio, ocultándome sin piedad en los barrotes de mi cuerpo. Callada sin hablar, permanecí en el anonimato más intenso, intentando disimular la tempestad que se desataba por dentro.
Silenciaron mi verdad, me callaron por un tiempo, me adapte sin rechistar a ese mundo insulso llamado “lo políticamente correcto”
No me protegí los pies, porque volaba muy lejos de todo aquello, elevé mis alas tan arriba que ignoraba que la vida se lidiaba en el suelo.
Olvide el dolor de las palabras, esas que simplemente se dicen por despecho, enterrando las pasiones del amor, el odio y el descontento.
Pero mientras todos paseaban su dogma por los confines del reglamento, yo me debatía entre vivir muriendo o morir por vivir mis sueños.
Y un día como cualquier otro, me miré al espejo, absorta y sin palabras, intentaba reconocer el disfraz que envolvía mi cuerpo.
¿Quién era esa mujer que simulaba mi yo verdadero? ¿Qué hacía ella usurpando mi puesto? Y no hubo respuestas sólo hubo silencios…
Un silencio tan profundo que caló hasta el manantial de mis huesos, derrumbando sin pudores todos los impedimentos del cuerpo.
Y… nací para vivir de nuevo, para ser yo, sin mascaras ni falsos intentos. Era libre para sentir, después de haber ahorcado mis sentimientos.
Y ahora no puedo callar, ya nada ahoga mis lamentos, no oculto lo que amo ni escondo lo que siento. Vivo para sentir, para experimentar la grandeza de estar viviendo, en este mundo lleno de guerras, de hipocresías y maravillosas revueltas.
Amo lo imperfecto, lo impuro hasta lo indecente. Ya no pongo travas a mis impulsos ni juzgo los actos que no entran en mis modosos pensamientos.
Tus palabras me hicieron libre, podías amarme tal como era. Podía ser yo, yo, sin envolturas externas. Nació una mujer que amaba la libertad, la libertad de poder ser como quisiera, ya no hay reglas marcadas, ni falsos esquemas.
Me descubro en cada palabra, en cada risa, en cada gesto…
No sé lo que soy, pero si sé lo que no quiero.
Doy porque me gusta dar, es así como siento.
No tengo nada, solo tengo mi voz, mis palabras y mis pensamientos.  Pero siempre me hallarás desnuda y llena de argumentos.
Desarmo tus verdades, abro la puerta de tus silencios, vivo sin prejuicios y sin  maldades, aquí no hay malos ni buenos. Te azuzo para que despiertes, intimes con la vida, y no tengas miedo al dolor que te acecha. Espabila, sal de tu letargo, que la vida es de quien se arriesga. Siempre me pondré en tu lugar, aunque no encuentre respuestas. Respetaré lo que eres y si no me gustas me daré la vuelta. Sólo pido sinceridad, humildad y nobleza… por mucho que lo quieras enmascarar siempre veré más allá de tu fingida apariencia.
Ya amé de verdad, sentí el amor con toda su magnificencia, capaz de morir por ti y dejarlo todo por estar a tu vera.
Ya sentí el dolor, grité, lloré, estuve en la cumbre y bajé a los infiernos… pero viví, sentí, me rozó la vida y hasta pelee con ella…
Pero es hora de partir de esta estación, él me espera sin travas ni cadenas. Aunque es difícil decir adiós a ese amor que te abrió la reja. Pero sé que no puedo postergarlo más, ahora sonríen mis labios cuando su boca se acerca, cuando hablan sus palabras y cuando espero impaciente verlo aparecer entre la niebla.
Así que no miro para atrás, camino adelante con la vista serena, con lágrimas en los ojos, pero alegría en mis venas.
Ha llegado sin avisar, yo que no tenía impaciencia, nada tenía ya que esperar, hace tiempo que el pasado cerró la puerta.
Seguía anclada en tus palabras, en ese tiempo que te ame sin tregua, esperando sin esperar que algún día tu volvieras. Pero llegó él sellando todas mis quimeras, dándome alas para volar y fuerzas para desatarme de tus cadenas.
Ahora sólo sé que quiero sus labios besar y probar la miel de su colmena, no sé si será real o sólo el sueño de una princesa.
Pero ha llenado mi vida de ilusiones y guerra, vuelvo a estar viva, vuelvo a pensar, que el amor no es dolor, sino el placer de soñar despierta.
Contemplo mis pies, calzo zapatos, ya he aprendido a proteger mis pies cuando camino pisando el suelo, ya no necesito volar, me gusta lo mundano.
Ahora ya no ando de puntillas, piso fuerte, y hago sonar mis caderas a cada paso.
Miro hacia atrás, tú aún observas, no sé si mi caminar o alguna otra damisela.
¿A qué esperas? grita mi alma ¿por qué no corres en busca de tu felicidad?
¡No ves que te espera al final de la calle!
Levanto mi cabeza y ando serena, avanzando lentamente entre la avenida que me espera, de pronto miro hacia delante, lo veo de pie, sé que me observa, me hace grande, me hace eterna… Y me pregunto ¿A qué esperas?
Cojo carrerilla y echo a correr, dejando atrás todas mis penas, el pasado que tanto amé y que me encadenó a una contienda.
Vivo el presente que está en él, en cada llamada, en cada palabra escrita y en cada encuentro. Permitiéndole entrar en mi vida sin pasado ni recuerdos.

martes, 5 de octubre de 2010

BULIMIA INDIGESTA DE SOLEDADES



BULIMIA INDIGESTA DE SOLEDADES

Silencio, hoy pido silencio, que busco un lugar donde ella pueda anidar. Se ha cansado de rodar por el mundo, de circular enlazando pensamientos, de unir plegarias, hasta de sepultar sentimientos. Hoy esta borracha de tanto murmullo, de tanta mentira disfrazada, de tanta mesura de formas, de tanta falsedad camuflada. Hoy necesita descansar, encontrar un fragmento en el mundo donde sea acunada, donde alguien me mime, donde pueda  desnudarme libremente sin pudores ni vergüenza por descubrir lo que dentro de ella se halla.
Perdida en vocales busca sin rumbo fijo sus palabras, sus frases, sus historias. Siente la soledad instalada entre los párrafos, ya no hay concordancia de géneros, ni melodía en las estrofas, ni confianza en cada línea.
Necesita encontrar ese lugar donde el poeta me ordene, me calme, me acaricie, le devuelva la esperanza. Esta cansada de enredarme con los libros, de sentir sus pisotones, sus codazos, sus desaires. De no ser comprendida, ni escuchada, ni sentida. Cansada de que sigan usándome como arma en la batalla, como aguja hilvanando trajes, como felpudo de lágrimas.
Pero yo he de adentrarme en la oquedad de este cuerpo, dar forma a lo que siente, transformar su dolor, hilar sus conceptos en papeles de cristal, cristales tan frágiles como ella se encuentra en este momento.  No pidas que te mire, que ella me necesita en el interior de su guarida, se ha escondido para pasar desapercibida, para que nadie descubra su agonía, el desierto de su aurora,  la intensidad de su congoja.
Que nadie revele que el plomo circula por sus venas, que la pena ha invadido las estancias de su casa, que de su boca no me deja que salga.
Sus dedos no pueden permanecer callados, gritan estampándose en teclas, en pinceles, en barro.  Aúllan espantando al raciocinio recatado, al puritano de formas, al púdico de normas. Acarician lentamente la piel  de su semblante, disfrazando su melancolía en sonrisas y las lágrimas en alegría.
Pasea por el carril añejo de sus recuerdos, aferrándose al calor de sus brazos maternos, necesita la hoguera de sus ancestros, el acunar de su menudo cuerpo, el calor de mil caricias, el olor arcaico de la leche rezumando por sus pechos.
Recuerda sus andares pausados, sus abrazos en las noches de pesadillas, su inocencia en la mirada,  y su bondad cuando de un mendigo se trataba.
Ella le mostró el valor de lo sencillo, lo modesto de su casta, el caminar por caminos vacíos, de falsedades y marañas. Era noble de estirpe, noble sin dobleces ni disimulos en las palabras, amaba a corazón abierto, nada podía dañarla.
Su mochila llevaba al hombro, cubriéndole las espaldas, nunca refunfuñó por lo vivido, nunca hubo un mal gesto, ni sonrisas zafias.
Hoy necesita una mano donde apoyarse, un hombro donde derramar sus lágrimas, pero sólo quiere callarse, y hundirse en los recuerdos de amar y ser amada.
Se hunde en los abismos, deshilvana los sueños que ha cosido a sus pestañas, sus suelas se pegan al asfalto frío, y se detiene en la escalada.
Hoy nada es sencillo, hoy le pesan hasta los hilos de su manga, aunque camine desnuda, siente que lleva una pesada carga.
Desea volver a sus orígenes, a la niñez donde su madre la acunaba, echa de menos su cariño, echa de menos sus roces de almas.
A gritos le pide que la auxilie, que le de luces a su esperanza, su farol se ha extinguido, ya sólo ve destellos que se apagan.
¿Nada es verdadero? ¿Nadie entiende el lenguaje que ella habla?
¿Donde quedaron las palabras de aliento?
¿No queda nada de los vestigios de sus batallas?
Silencio, que ella no me escuche, que no perciba que la tinta se derrama. Es pudorosa de pensamientos, es reservada para sus dolores de entrañas.
Hoy no se dará cuenta, hoy se ha escondido en la gruta donde vive su voz más calmada, la que la escucha sin enjuiciar su mutismo, la que llora sin derramar ni una lágrima. Ella pasea por el mundo, con la fortaleza cubriendo su capa, engaña a las mentes obtusas, miente a aquellos que no ven más allá de su fachada. Nadie se percata que sufre, que necesita que despierte a ésta que habla.  Necesita alzar su vocablo y nadie escucha su voz callada.
Vive encerrada en su mundo, ese donde nada puede dañarla, adulterando a los sentimientos, y huyendo cuando se aproximan a su alma.
Se engaña de mil maneras distintas, se disfraza de gente huraña, simplemente para que nadie pueda acceder, al umbral de aquella su casa.
Controla sus sedientas avenidas, Somete las voces primitivas de su casta, esa que le hace reconocer, a aquellos que son de su misma raza.
Si rozas su corazón, dará un respingo y hará que te vayas, pintando de ausencias su boca y de distancias los sentimientos que en el fondo le empañan.
Aprendió en su niñez a esconderse en su coraza, nunca cosiendo a su piel los fuertes sentimientos que le harían tambalear su estampa.
Vive sin rozar la vida, sin sentir sus pisotones de pies ni sus abrazos, siempre huyendo del dolor, siempre huyendo de todo contacto.
Pero hoy se siente sola, hoy echa de menos un rozar de dedos, un columpiar de llanto, hasta un puntapié, hasta una punzada de espanto.
Y aunque llena su mundo, de copiosas golosinas que siempre la empachan, su vacuo corazón nunca se sacia. Bulimia indigesta de soledades, de conexiones de alma, de miradas silenciosas en las que no hacen falta las palabras.
Silencio, no trasmutes el sentimiento, no pongas en tu boca mi aliento, ni le des voz a estos pensamientos, hoy no, hoy no quiero. Me dice ella quebrando el viento.
Y yo… me escapo sin pedir permiso, grito desde su garganta, sin elevar ni un solo sonido, uniendo sílabas en palabras.                    

Hiladora del viento 5 octubre 2010                                                                   

lunes, 4 de octubre de 2010

FUI PROSTITUTA Y NO ME AVERGUENZO DE CONTÁRTELO

Mi nombre es María y fui prostituta.
Hoy he decidido contarte a través de la mano de esta escritora, lo que pensaba,  como sentía y lo que ahora soy.
He aquí mi historia.
Todo empezó hace algunos años cuando después de una noche de locura llegué a la conclusión de que era prostituta y me sentía muy orgullosa de ejercer esa profesión.
Podría decirte que tengo dos hijos, que todo lo hice por ellos, pero no sería verdad. Todo lo que hice, lo hice por mí, por lo que yo necesitaba y quería.
Si mi raciocinio estuviera intacto, posiblemente no tendría la valentía de contarte todo lo que aquí voy a relatarte, simplemente te sonreiría, me sonreirías y seríamos tan felices. Pero aquí no vengo a sonreír, quiero desnudar mi alma porque mi cuerpo ya lo he desvestido demasiadas veces.
Quiero que sepas de viva voz, que tengo sucia la boca, sucias mis manos y sucio mi sexo. Aunque también puedo susurrarte al oído que tengo limpia mi alma, porque ella nunca ha pecado. Ella iba buscando como tantas otras su lugar en el mundo, haciendo lo que hiciera falta para conseguirlo. Y si para ello, debía vender mi cuerpo al diablo, pues adelante, no sería más que uno de tantos otros a los que les habría cedido un trocito de mi carne.
Hoy, después de muchas vueltas,  llego a la conclusión, de que vendí mi cuerpo al diablo muchas veces a cambio de un futuro mejor,  y ese futuro mejor nunca llegó.
 Quiero contarte la primera vez que me prostituí, siendo esto la antesala de lo que me depararía la vida por muchos años.
 Era joven, muy joven. Pensaba que el mundo era el lugar perfecto para experimentar todo aquello que mi fría cabeza imaginaba. Todo estaba permitido para mí, todo, no te escandalices, absolutamente todo.
 No pienses que mi escenario era siempre una discoteca, no te confundas.
Era prostituta, pero de las que pasan desapercibidas ante las miradas de quien desconoce este oficio.  Mi cliente podía ser  el jefe de una gran empresa, el camarero de un bar, el dependiente de un centro comercial, un auxiliar de banca; en definitiva, cualquier colectivo que tuviera un rabo entre las piernas.
 Mi trabajo como todo buen comercial, sólo consistía en captarlos, hablar con ellos, seducirlos y posteriormente llevarlo a mi terreno de forma sutil.
 Mi primer cliente fue el panadero que trabajaba en la esquina de mi calle. Un hombre maduro muy atractivo y casado con una gruesa señora, enfadada con el mundo. Estuve varios días tirándole el anzuelo hasta que un día, en su ignorancia picó.
Fue una mañana calurosa, un gran escote y una sonrisa picarona… eso era suficiente. Con este tipo de hombres era fácil, años después lo descubriría.
Él miraba mis frutos prohibidos, estratégicamente enseñados. Y con un movimiento de pelo, una mirada burlona, todo  muy perspicazmente ingeniado, tendí mis redes y le dije:
- ¿Haces algo esta noche? ¿Te apetece que salgamos juntos cuando termines tu jornada?
La pregunta le cogió fuera de juego, esa era mi intención, sin tiempo para pensar.
Y lo único que pudo hacer fue responder con un: si, claro, luego nos vemos.
Había hecho bien mi trabajo, aunque no había sido difícil, lo reconozco.
 Cuando llegó la hora del cierre de su negocio, yo lo estaba esperando en la puerta engalanada con mi mejor traje para atraer a la presa hacia la trampa.
Subimos en mi coche y nos marchamos hacia un lugar donde nuestra presencia pasara desapercibida. Él no paraba de propinarme piropos y mi sucia boca infame y mentirosa le seguía el juego.
 Esa noche fue sencillo. Éste era un hombre con poca sustancia en su cabeza y grandes proporciones en su entrepierna. Por lo que no voy a detenerme mucho en este punto.
Simplemente comentarte que cenamos, tomamos una copa en un disco Pub y seguidamente follamos en un hotel cercano, donde mis sucias manos acariciaron un cuerpo que aborrecía y mi sucio sexo fingió sentir un amor que realmente no existía.
Por la mañana cuando desperté, él había pagado mis servicios depositándolo en la mesilla de noche y se había marchado.
 Y esto, fue el preludio, de tantas otras veces, que los hombres se volvían vampiros de noche intentando saciar su sed conmigo, y a la mañana siguiente, o desaparecían,  o caminaban a mi lado como grandes desconocidos, cuando horas antes, mi brazo había rodeado al suyo cómplices del momento. Pero bueno, era consciente de que ése, era parte del pacto. Una noche loca de pasión por recibir un pago por mis servicios. No había ni compromisos, ni falsas mentiras, ni falsa esperanzas.
 Después del panadero vino un relojero, un comerciante, un alto directivo y hasta un barrendero. Todos al igual que mi primera conquista, fueron seducidos y posteriormente llevados a mi terreno. Descubrí que era fácil engañar a los hombres, tan sólo era revelar cuales eran sus necesidades y debilidades, y jugar, a dejarse conquistar por ellos.
 Pero, como siempre pasa en la vida, un buen día conoces a alguien que descuadra tu mundo. Todo aquello que tenías pensado y calculado se te escapa de las manos. Todo lo que creías conocer de los hombres era falso o en este caso, no te servía.
 Creo que te gustará conocer esta historia, porque con ella descubrí el porqué era prostituta y cómo decidí dejar de serlo.
 Su nombre es Ángel, lo conocí una tarde en una librería, mientras él ojeaba un libro de Eduardo Punset. Cuando lo vi, supe que sería mi siguiente conquista.
Como siempre, emplee mis artimañas para captar su atención, dejé caer un libro justo al pasar por su lado, y él, como buen caballero, se agachó a recogerlo. Eso nunca fallaba.
A partir de mi primera jugada, comenzamos a hablar de libros, de la vida, y entonces, pasé a la segunda jugada, invitarle a tomar algo. Pero para mi desconcierto el se negó.
Esto era algo que no entraba en mis cálculos y me encontré, que la que estaba fuera de juego, era yo. Entonces con mi mente rápida, planee la tercera jugada, hacerme con su número de teléfono, a lo que él accedió. Por lo que no estaba todo perdido, aún podía seguir lanzando el anzuelo y tal vez, alguna vez, él engancharía la carnada, y entonces lo atraparía.
 Efectivamente así sucedió. Eché la caña al mar varias veces hasta que una de ellas él mordió el anzuelo y quedamos para cenar. Ahí descubrí que al contrario de mi primera conquista,  su cabeza estaba llena, aunque aún no sabía el tamaño de su entrepierna. Y no lo descubriría hasta varias citas más tarde
 Y así llegó, la cita definitiva, aquella en la que debería pagar por mis servicios.
Para ello quedamos en un bello restaurante en el centro de la ciudad. Pasamos una velada magnifica, nuestra conversación siempre era fluida y amena. Con cada copa, él se desinhibía un poco más y yo iba ganando la batalla.
 Del restaurante pasamos a una discoteca, donde las luces de neón, nos acompañaron toda la velada. Copa tras copa, su lengua se fue soltando, mis manos acercando, y mi boca hasta ahora sucia, descubrió, que por primera vez deseaba besar esos labios.
 Habíamos pasado de ser dos desconocidos a dos amigos de toda la vida. Paseamos por la ciudad cogidos del brazo, mientras nuestras sonrisas retumbaban en las calles desiertas y mis tacones al caminar  sonaban como tambores de guerra.
 En uno de esos acalorados momentos, él se detuvo en seco y besó mis labios. Primero, un beso efímero, después un beso dulce. Para finalmente terminar por un beso apasionado.
 ¿Quién seduce a quién? ¿Quién desea hacer el amor? ¿Quién ha caído en las redes? ¿Yo, o él?  Pensé no muy segura de la respuesta.
 Caminamos hacia un hotel, subimos despacio hacia la habitación, y una vez estuvimos dentro, él me abrazó acariciando mi espalda lentamente debajo de mi blusa, hasta que sus manos expertas dejaron mis pechos al descubierto.
 Nunca había hecho el amor, lo reconozco. Había follado muchas veces. Todas a cambio de mis honorarios. Era virgen y él no sabría reconocerlo.
 Cuando sus labios me besaron, sentí un escalofrío inusual que recorrió mi cuerpo. Mi boca sucia pronunciaba palabras impensables en mi persona. Y esta vez nacían de mi corazón.
 Mi cuerpo temblaba de miedo, quería que sus manos lo recorrieran palmo a palmo, despacio, para poder retener esa sensación por mucho tiempo. Sus ojos hablaron un lenguaje desconocido, la ternura llenaba la habitación, la cama, mi cuerpo y mi alma.
 Pasaron minutos hasta que me percaté que su miembro era directamente proporcional al tamaño de su inteligencia. Pero eso para mí ya no importaba.
 Me hallaba sumida en un trance profundo, eso era hacer el amor, y habían pasado muchos años hasta poder  apreciar la diferencia.
 Cuando mi mano se posó en su espada, noté la dureza del acero en toda su magnitud. Nunca había sentido nada parecido simplemente por sentir su arma en posición de atacar.
¡Y dios mío, como atacaba!
 La lucha fue terrible, porque no había tregua, no había descanso. Descubrí que era capaz de morir varias veces con la misma arma. Si, morir hasta subir al cielo y volver a resucitar  para volver a morir con más fuerza.
 Si, descubrí lo que era hacer el amor y…aún no había cobrado nada por ello.
 Pero, rápidamente la mañana llegó y atrás quedó la pasión, el frenesí y la locura. Y cuando desperté, él aún estaba a mi lado,  y aunque sabía que cuando alcanzáramos la calle él no actuaría como todos mis otros clientes. Era yo, la que no quería que fuera como siempre.
 No quería cobrar nada por ese acto de amor, sincero y sentido en las tripas.
 Porque siempre había cobrado por mis servicios, de una u otra manera.
Había muchas formas de pagar y yo me la conocía todas. Desde la primera vez que cobré con una nota en la mesilla de noche que decía: el polvo ha sido maravilloso, de mi amigo el panadero. Seguido por  unas palabras de cariño: eres maravillosa y estupenda, de aquel joyero de la esquina 25. Hasta la promesa de boda y claro está sentencia de divorcio, del auxiliar de banca que me atendía en la entidad bancaria cada mañana.
 Había prestado mis servicios a cambio de cualquier muestra de cariño independientemente de mis sentimientos hacia ellos.  Era mi necesidad y la cubría de ese modo.
 Pero esta vez, era diferente.
Había descubierto que vendía mi cuerpo a cambio de palabras, sólo palabras, dichas al aire o escritas en un papel. Algo que a la mañana siguiente me hacía sentir, sola, vacía y sucia, asquerosamente sucia. Porque yo, no sentía nada.
 Había descubierto otra forma de sentir, otra forma de mirar y hasta de oír.  No quería cobrar nada, me había enseñado algo que aún no conocía, la capacidad de amar sin pedir nada a cambio. La capacidad de sentir una caricia, un beso y una mirada.
 No, lo tenía claro, esta vez no quería cobrar nada.
 Así que me levanté de la cama, me vestí rápidamente antes que él se despertara, y desaparecí.  Con mi bolsillo vacío y mi corazón lleno.
 Caminé despacio por las calles aún desiertas, con la certeza de que jamás volvería a vender mi cuerpo. En ese momento fui consciente de que, había mentido, manipulado y engañado por conseguir unas muestras de afectos…
 ¿Y lo que sentía mi corazón, dónde lo había dejado?
 Pero eso, se ha acabado, mi fiel lector.
La mujer que hoy se desnuda ante ti, ha descubierto la grandeza de su alma, esa que sólo unos privilegiados pueden ver, esa que se esconde tras el cristal cada mañana a la espera de que alguien la vea en aquel anonimato tan profundo.
 Esta es mi historia,
Y  tal y como la sentí te la he contado. Fui prostituta,  y no me avergüenzo de decírtelo. Tuve que tocar el cielo para darme cuenta que me hallaba en el infierno. 

Unos venden su cuerpo, y otros su alma, y no siempre es a cambio de dinero


                                                                                                            Hilave Marzo 2010

SOY UNA CONTRADICCIÓN PERPETUA

No me  preguntas ¿Quién eres? Porque…

Soy fuego cuando me apasiono y frío cuando la decepción me encierra
Tempestad en mi interior y calma en mi apariencia
Aquello que a veces quiero ser y no soy lo siempre quiero
Sueño cuando vuelo alto y pesadilla cuando no hago caso a mi conciencia
Soy una niña cuando de ilusiones se trata y una mujer cuando muevo mis caderas
Todo aquello que un día quise ser y no soy nada de lo que la vida espera


No me preguntes ¿En que piensas? Porque…

A veces pienso lo que no debo y debo lo que no pienso
Toco el cielo con los dedos y el infierno con mis huesos
Rozo tu piel para sentir y siento para tocarte
Sueños para vivir y vivo para soñarte


No me preguntes ¿qué le pides a la vida? Porque…

Quiero vivir despacio y morir deprisa
Dormir despierta y soñar de día
Llorar de alegría y reír de pena
Atarme a tu piel y romper todas las cadenas
Quiero ser tu esclava y ser libre en cada madrugada


Soy todo eso y no soy nada porque soy una contradicción perpetua