jueves, 20 de octubre de 2011

ME MARCHÉ PARA QUEDARME


ME MARCHÉ PARA QUEDARME 

Hoy descienden todos los argumentos que guardé para marcharme. Hoy deambulo sin caretas, por este suelo que piso, encontrando una salida. Hoy, al fin puedo ponerme cara a cara, orgullosa de que gané la batalla.

Atrás quedaron las piedras arrojadas a la diana, la rabia sostenida y los puñales clavados en la arena solitaria de esa playa que contemplaba mis suspiros.

Se sostuvo el amor en la cuerda floja, se mantuvo a la espera de enfriar el fuego encendido, Las ascuas de la hoguera aún siguen vivas, pero se calcinó la decepción y el fraude, que desgarraba mis entrañas sin razón y sin motivo.

Me fui, antes que la guillotina, bajara su cuchilla. Antes de que el frío filo de su hoja helara mis pupilas. Sí, me fui, y en tus reproches encontré el sustento de mi hambre. Descubrí la daga con la que mutilas los lazos invisibles, encontré la estaca que clavas en el pecho cuando su latir retumba en las paredes de tus huecos.

Me fui y vencí a la muerte que se avecinaba. Subyugué a la piel que se quemaba, dominé las llamas, que incendiaba todo a su paso. El tiempo fui mi único aliado, el tiempo, derrotó, al rencor y al resentimiento.

Me marché para quedarme. Para mantener intacto el sentimiento que broto de la nada y encontró su sitio. Demasiadas muertes prematuras, demasiado veneno en las acciones silenciadas y en los cascabeles que sonaban, augurando el suicidio.

Destroné a las preguntas sin respuestas, derribé las murallas elevadas del orgullo, demolí las palabras que mataban y rescaté los momentos compartidos.

Es hermoso esto que siento, ganó la batalla el sentimiento.


                                                                                                    Hilave octubre 2011

sábado, 8 de octubre de 2011

PERMANECERAS EN MI RECUERDO


PERMANECERÁS EN MI RECUERDO

El frío recorre cada aguja descosida de este traje, que se enreda entre tus manos cada vez que te pienso. Hoy te busco entre estas letras, donde el aire ha entrado de puntillas, removiendo todos mis recuerdos.

Te apreso en cada sílaba, en cada palabra que me transporta a aquellos días en los que el destino pasó rozándonos las caderas. Tus ojos, pedían clemencia, imploraban traspasar el umbral, de esos pétalos bañados de sangre y regar de colores tu estancia. Mi piel supuraba el dolor contenido entre los frascos invisibles de apatía y  descontento.

Nos vimos sin mirar, entre esas fibras intangibles que deambulan cerca del corazón y se adentran en la caverna del alma. Vibraciones silenciosas dilataban las venas obstruidas, dando paso al flujo continúo de este fluir entre las aguas de los recuerdos. El sentir se escabulló de las redes del raciocinio, enjuagando las lagañas de ese mirar sin ver, por los ojos manipulados de la razón.

Nuestras almas desertaron de estos cuerpos que  manejaban los sentimientos a su antojo, que obraban a favor de ese yo, que se proclama rey y señor de los cielos.

La carne que cubre nuestros huesos, nunca comprenderá, lo que siente esa parte incierta que vive en los rincones de nuestros dedos. Esa parte efímera, que vuela lejos, cada vez, que es aprisionada entre los barrotes de este mundo que no entiende de señales, de extrañas emociones, ni de amores, que se escapan a la cordura y a las leyes impuestas.

Las marcas invisibles de la magia, penetraron lentamente en los suburbios de esa ciudad, donde se mata los nobles sentimientos y se amamanta la valentía de ocultar la esencia.

Ellas se reconocieron, y jugaron dejando al margen a nuestros cuerpos. Volvieron a los orígenes, a ese manantial donde la soledad viaja en la trastienda. Donde todo se hace uno, donde no existe la dicotomía de las especies.
Hoy el aire te ha traído a mi memoria, el frío recorre mi espalda,  vuelvo a esnifar ese sentir profundo, entre los poros de esa piel que ardía al tacto de mis dedos.

Pero, ahora ya estás lejos. Los pasadizos ocultos del destino, abrieron sus puertas para que siguiera mi camino, para que permanecieras intacto en mi recuerdo.

Pero siempre permanecerás ahí, en ese cielo, donde danzan los amantes, donde se respira la pureza de las formas, donde las almas grandes se detienen a descansar, a reponer las fuerzas.

Siempre permanecerás ahí, en mi recuerdo.

                                              
                                         Porque hay sentimientos que siempre permanecerán en mí
                                                        Como una llama de esperanza, al amor verdadero.
                                                                                       Y me siento agradecida por ello. 
                                            
                                                                                       HILAVE octubre 2011




miércoles, 5 de octubre de 2011

BUSCO...



BUSCO…


Busco el tiempo que desnuda la lumbre. Busco los labios descarnados que muerden la leña y que prende la hoguera.

Busco el rictus amargo que desenmascara la esencia. Busco purgar el fondo enturbiado de broza y maleza.

Busco el manantial de donde mana la incógnita. Busco la página en blanco donde se escribe, la primera chispa, el primer destello.

Busco, la sacudida de una palabra, el olor de lo inexplicable, el sabor de lo inalcanzable. Busco, el argot indescifrable de dos células.  

Busco, donde se cuaja el primer pensamiento, donde se abona la primera mirada, donde brota el primer deseo.

Busco, la coartada de un roce de labios perfecto, la excusa siniestra que roba mi carne y muerde mi lengua.

Busco, el temblor que penetra, desarma y atormenta. Que se instala en mi piel,  me fecunda y me preña.

Busco, lo que nadie sabe, lo que nadie ve. Lo que se esconde en las hebras del viento, lo que murmulla el silencio.

Busco, lo inevitable, lo ridículo, lo inconveniente, lo arrollador, lo verdadero.

Busco… algo que muchos buscan y sólo algunos encuentran.


                                                                                              HILAVE octubre 2011

sábado, 1 de octubre de 2011

MIEDO A LO DESCONOCIDO



MIEDO A LO DESCONOCIDO

Ayúdame a seguir mi camino. La ceguera se ha instalado en mis venas. Mis pies no encuentran las piedras donde apoyar las pisadas. Desaparece la senda, mi cuerpo, hace aguas. El destierro anega mis pulmones, no sé mantenerme a flote en  este torrente agitado y desconocido. La calma se ha marchado, espantada por los gritos silenciosos que anidan en mi garganta y claman al cielo su auxilio.

La soledad ha abierto la veda, cazadores disparan sus fusiles y me pillan desprevenida. Quiero la vida que tenía. Quiero mi pasado con sus días. Quiero volver atrás por las piedras angulosas que me sostenían. Pero ya no puedo, se fueron todas sus aristas. Me hundo sin remedio en este torbellino inexplorado y oscuro, donde nado, sin encontrar un trozo de tierra para descansar, de tantos y tantos días en vigilia.

Soy una intrusa en esta jungla. No consigo adaptarme a las reglas de este juego que poco a poco me destruye. Nada queda de este yo con el que convivía. Ya no conozco las manos que escriben con sangre, esta aventura extraña en la que despierto cada día. No pertenezco a este mundo. Quiero volver a tener lo que tenía. Quiero la tierra bajo mis pies, quiero descansar de tanta lágrima, de este mar que me engulle, me asfixia y me aniquila.

No sé quien soy, ni a donde voy. Desarraigada y sin futuro la vida me empuja hacia un nuevo destino. Pero tengo mis pies enmudecidos, cansados y mal heridos.

Desnuda, sin mi yo y sin mi vida, he de encontrar de nuevo mi sitio. Demasiados enigmas sin respuestas, demasiada gente que camina, demasiado miedo en las entrañas, demasiada soledad en esta isla.

No tengo donde agarrarme. Naufrago entre el pasado que no suelto y que no existe. Y huyo del presente que me mira de frente y me persigue. Y sola quedo yo, en medio de este humo enardecido, que asesina mi memoria, mata mi pasado y me ofrece nuevas amapolas extranjeras, que hablan un lenguaje para mí indefinido.

Soy proscrita en mi pasado, ya no puedo mantenerme en pie entre mis recuerdos. Se desvanecen poco a poco, atrás no queda nada. El pasado, ya no me pertenece. Se fue con el aire, se fue para siempre.
Adios, pasado, abro mi mano, y el humo se desvanece. 


HILAVE octubre 2011

lunes, 26 de septiembre de 2011

LLEGA EL OTOÑO



LLEGA EL OTOÑO


Fecunda el sol el árbol sediento de cambios en su alcoba. Serpentean las hojas antes de rendirse al pozo del olvido. Anidan descalzas de esperanzas en el suelo alfombrado de hermanas moribundas. Se apagan sus latidos.

Permanece desnudo el cuerpo que se erige en la montaña. Espera tranquilo el cambio de se acecha. Círculos girando entorno a las hogueras apagadas. Sopla el viento y enciende el fuego enardecido. Se caen las hojas de esta vida que se acaba. Inicio y final de todos los momentos compartidos.

Llega el otoño, en la oquedad de este silencio. Se acerca la noche sigilosa arrugando las horas de luces encendidas. Repta el frío lentamente por la ventana que permanece abierta, esperando la llegada de la magia que se nubla entre las gotas del rocío.

Cambios que crecen, que asesinan, la estación que ha perecido. Nuevos colores, para este amanecer de sueños, en los filamentos de esas flores que se visten de lunares, que se abren, te seducen, con la caída de las hojas caducadas. cerrando periodos, clauidicando ante lo desconocido.

Sonríe a la nueva vida que comienza. Destapa poco a poco los manjares que te ofrece el cambio producido. El otoño te saluda desde el quicio de la puerta, te da la bienvenida a los ciclos de la vida.



                                                                                                     Hilave septiembre 2011

sábado, 24 de septiembre de 2011

ESTA ES MI LEY


ESTA ES MI LEY 

Hoy camino sigilosa por el perfil curvado del destino. Intento acallar las sombras, los fantasmas, los espectros y algún que otro humano que me crucé por el camino.  Penetro lentamente en este yo, sediento de razones y motivos. Buscando las huellas que surcan diminutas ante esta ceguera acompañada de proscritos. Perdida, sin rumbo fijo, me deslizo cuesta abajo alejándome de la línea ovalada de mi sino. No consigo mantener el equilibrio.

Se alejan cautelosos los pretextos, ya no encuentran un hueco en este peregrinar continuo, por las calles de lo desconocido. Camino sin manual, sin piedras donde apoyar mis pies en este arroyo que circula por mi ombligo. Se desataron las cuerdas que me ataban a la cordura, a  las leyes que dictan este mundo en el que vivimos. Se escaparon por los poros de esta piel cansada de infartos moribundos todos los argumentos con los que me asía a tu bolsillo.

Camino en la cuerda floja a pies puntillas. Ya no tengo red que detenga mi caída. Pero no me importa. Soy libre para deslizarme por la soga que mantiene esta vida sin adulterar que he elegido. Volveré a caer, lo sé, se romperán mis huesos, mi cintura, mi esqueleto. Pero nadie me mantendrá erguida. No soy sabia en la materia, no encuentro las pócimas secretas para la felicidad perpetua. Los polvos mágicos ya no me sirven en este escenario de flecos deshilachados en el que me encuentro.

Elijo no ser uno más de la manada. Me distraigo en el camino. Me detengo, observo y bebo un sorbo de este cuento en el hay actores y espectadores coexistiendo al unísono. Desconozco el guión, ignoro el siguiente capítulo de esta obra dramaturga que vivimos. Pero quiero emborracharme, saciarme de ella y caminar  sin más mascara que esta piel que habito.

No acato tu designio. Aunque no haré preguntas a las pruebas que he elegido. Me deshago de los guantes blancos que rozaban lo vivido y me inmerso en el fango del camino. Me embadurno, lo huelo y me mancho las manos… soy pecadora, lo asumo.

No volveré a silenciar mi carne. No disfrazaré de orgullo el dolor, ni de pena la ira. Juzgadme y sentenciarme si queréis, pero no seré ese animal mal herido que se agacha y se arrodilla cuando su amo lo mancilla. Se acabó la compostura, la censura, las palabras comedidas.

Sólo me rendiré al ser humano. Al que me muestra sus pecados y los amo. Al que se permite alzar su amor en grito. Al que perece a los dictados de su carne y de espíritu. Al que rompe sus barreras, se enfrenta a sus miedos, y sus prejuicios.

Sólo me rendiré, si no me juzgas. Si comprendes que soy de carne y hueso. Que vivo sin manual y sólo me dejo llevar por mis impulsos. Por este corazón que aún supura sangre por sus cicatrices.  Por esta piel cuarteada por el tiempo y por esta mente que se aleja de la cordura, de los estatutos que dictan los fuertes, u sea, los débiles de este mundo. Los que controlan lo incontrolable y se enorgullecen de poner barreras a los ríos.

Quemadme en la hoguera. No sucumbiré al chantaje de ser una cualquiera. De ser y no poder, alzar la voz cuando el fuego me quema. De asirme a las leyes de mi estirpe. Ésas en las que no creo. Ésas que inventaste tú, para matar al ser humano. Para elevar a lo divino al que no se mancha las manos. Al que pasa por el mundo, en silencio, al que ata su corazón y su boca y se convierte en una marioneta de tu gobierno inhumano y corrompido.

Sólo le temo a una justicia. A la de mi corazón, cuando grita y me salpica. Cuando daño y no pido perdón. Cuando yerro y agacho la voz. De nada me sirven tus excusas, cuando me has dañado, apaleado y sentenciado por no seguir tu mismo camino. Por no adaptarme a los márgenes en los que te mantienes seguro. Por salirme del papel que controlas y diriges. Por manchar de tinta los bordes de tu vestido y empañar los límites de tu censura.

Ésa es mi única ley, la que yo misma escribo. La que circula por mi sangre y mi vestido. La que vive entre los pobres, los esclavos y moribundos. La que se desgarra cuando algo la ha herido. La que no juzga, pero mata, cuando el engaño y la mentira  traiciona su confianza.

Nunca más volveré a amordazar, ni mi cuerpo, ni mi boca ni mi alma.

                                                                                                              Hilave septiembre 2011

jueves, 22 de septiembre de 2011

NO MATARÉ TU NOMBRE


NO MATARÉ TU NOMBRE 

Rescato entre las llamas tu nombre. No sé asesinar lo vivido. Me reconcilio con el fuego que quema, con las voces oscuras de tu olvido.

No dejaré que mancilles entre palabras inocuas y vacías, lo bello de esta historia. Los momentos sentidos, entre lagrimas y risas vertidas, en el lecho hacedor de sentimientos perdidos.

No permitiré que desgarres mi voz, ni silencies mis latidos. Yo sé lo que es un corazón, puedo sentirlo. Calla tus labios, que no quiero oírlos. Gritan palabras sin dueño, moribundos perpetuos que le aterran los suspiros.

No maldeciré tu nombre, no hundiré en el fango ese ser al que respeto y admiro. Ése que se esconde entre tinieblas, y destruye todo lo bueno y divino.

Deja de hablar, te lo ruego. Déjame creer, que en la antesala del olvido, retumban mis letras en tu alcoba, cuando en el silencio de la noche se quedan a solas contigo.

Regresa a tu guarida si quieres, húndete en las penumbras repletas de argumentos oscuros. Pero, no inyectes en mi sangre el veneno del desprecio. Que yo no sé vivir entre el rencor y el orgullo.

No, no consentiré, que destruyas los pilares y cimientos de este sentimiento que nace y muere cada día. Puedes robar, boicotear y destrozar tu corazón, pero el mío déjalo intacto… aún le duelen las heridas.

No, no mataré tu nombre. No olvidaré que has existido. No manches la inocencia de estos ojos que te amaban, no taches las vocales que escribimos.

No, no dejaré de nombrarte, aunque tú tapes tus oídos. El tiempo sanará los puñales que clavaste… ¿cómo saltar del cero al infinito en lo sentido?

Márchate lejos que ya no quiero verte, pero no me cuentes que todo fue una farsa, una mentira. Porque aunque griten tus labios, tus ojos lloran a escondidas.

Me despido sin rabia y sin un juicio. Me despido de un ser al que he querido. Me despido con una sonrisa que me abrasa. Me despido porque no me queda otro camino.

Puedo matarte en la distancia pero no quiero matarte en el olvido.


                                                                 Hilave septiembre 2011

miércoles, 21 de septiembre de 2011

DUELE...


                                                                          
DUELE… 

Duele la daga con la que envenenas la piel de mi memoria  Duele la crudeza con la que lapidas lo vivido. Duele el corte gélido, con el que amputas todo sentimiento. Duelen las palabras frías, sin alma y sin latidos.

Duele el disparo certero, en el centro de la diana. Duele la brecha que se abre en el remolino. Duele, la capa con la que envuelves la muralla. Duele haber estado y duele haber creído.

Duele alzar la voz y nunca haber oído. Duele inmolar los sentimientos, por ser incomprendidos. Duele esta libertad, que se  eleva en alaridos. Duele querer y no poder, rescatar los momentos compartidos.

Duele huir de la batalla avergonzada, demasiada puñalada por la espalda, sin ganadores, ni vencidos. Duele, el tiempo derrochado en tu silencio inmerecido.

Duele, agachar la cabeza abochornada por impregnarme con tu olor; ignorando, que todo fue una estafa, envuelta en engaños y mentiras.

Duele matar la garganta que grita desgarrada el daño cometido.

Duele ser humana. Duele ser mujer y duele haber querido.

                                                                                                           HILAVE septiembre 2011





domingo, 18 de septiembre de 2011

MUERE TU NOMBRE


MUERE TU NOMBRE

 Ni amor, ni deseo, ni simplemente sexo…

Agonizan las voces que escupían tu nombre en la mendacidad que eleva el llanto. Y en el derroche de dolor gratuito; comprendo, la hipocresía con la que mantenías este sentimiento.

Bulle la pena, eclosionando en una catarsis  de verdades escondidas. De silencios manipulados, de disfraces de nobleza, de esa sinceridad ambigua con la que me atabas a las sombras.

Paseo  sigilosa por los momentos de mi historia, de tu historia, de nuestra historia. Y la estupidez se viste de largo en un baile de máscaras, donde la mentira se pasea a sus anchas sin más traje que la ignorancia.

¿Qué fue entonces, pitufilla, pelusilla, cielo, todo ese despilfarro de palabras? ¿Qué fueron  aquellas miradas? ¿Qué fue aquella mano que acariciaba mi vientre? ¿Qué fue del sentimiento que se prendía debajo de la almohada?

Mentira, todo mentira...

Se extingue las sombras en el filo demoledor de toda esta farsa.  En el regocijo inhumano del que todo sabe y todo calla. En ese querer embustero, que se vanagloria de ser honesto y ecuánime con sus palabras.

En ese juego de dardos a un corazón que clama, en el que nada importa, en el que el querer, es una patraña.

Muere tu nombre en la noche clara. Porque no hay mayor mentira, que aquella, que solapadamente alimentas, bajo el regazo del que no habla.

                                                                                                             HILAVE septiembre 2011


lunes, 12 de septiembre de 2011

NO ES APETITO DE CARNE, ES HAMBRE DE ESENCIA


NO ES APETITO DE CARNE, ES HAMBRE DE ESENCIA

 Detente, surca lentamente mi cuerpo. Déjame sentirte sin la prisa del tiempo.

Tócame despacio, que mi piel se inunde de tu cuerpo. Quiero preñar de tu tacto todos mis poros sedientos, emborracharlos de tu néctar, de esa melodía que brota cada vez que posas por la curvatura de mi espalda tus dedos.

No busques atajos, recorre uno a uno, todos los recovecos de mis sueños. Transita todas mis avenidas repletas de semáforos, y detente, en cada uno de ellos. Que quiero saborear tranquila el sabor de tu piel, la suavidad de tus manos, las palabras de tu boca, el paladar de tus labios.

No tengas prisa, fecúndame de ti, hasta que se haya saciado mi piel, mi boca, mis ojos, mi sangre, mis huecos. Que toda yo, te pertenezco. Porque quiero comértelo todo, hasta ese dolor que has cosido a tus huesos.

No tengas prisa, que quiero impregnarme de ti, que hoy soy marea esperando a tu calma, para que te hundas en mí. Que quiero mecerme en tus brazos, sentir ese  crujir mis entrañas cada vez que se acerca tu aliento. Que quiero ignorar el mañana, detener este momento y permanecer siempre aquí.

Pero ahora, rózame, quiero sentirte sin piel. Quiero adentrarme en tus escondites secretos. En ese manantial que brota de tus ojos, en ese silencio con el que desnudas mi alma y adormeces mi cuerpo.

Riega las semillas que plantaste, que están sedientas. Necesitan de tu alimento. De la fuente donde manó la primera lágrima, de donde nacen la sed y el deseo.

Porque quiero bebértelo todo. Hasta esa risa de niño que escondes, esas heridas que permanecen abiertas, ese penar por las calles de la amargura,  ese te quiero que silencias.

Recórreme despacio, que soy fuego encendido añorando tu hoguera. Qué hoy estoy hambrienta. Dámelo todo, tu boca, tu lengua, tus voz, tu silencio, tu grito, tu ausencia. Que quiero comerme hasta tu último aliento.

No te vayas aún, que el alba se acerca. Acurrúcate a mi lado, que nadie descubra que soy una niña pequeña. Que hoy se han abierto mis miedos, y galopan por mi alcoba, como perro sin dueño.

Penetra en mí, hazme tuya por siempre. Siembra en mi vientre tu estirpe, quiero sentirte ahí adentro. Quiero que crezcas en mí, entre estos laberintos siniestros que a veces frecuento. Que bebas de mi sangre y te alíes con mi cuerpo.

Quiero mecerme en tus nalgas, derramarme en el hombre, inmolarme en tu piel y acoplarme a tu esencia.

Dame un último sorbo, que hoy no quiero que te desvanezcas... porque…

¡Te echo tanto de menos! ¡Y duele tanto tu ausencia!
Que quiero saciarme de ti, antes que desaparezcas.




HILAVE septiembre 2011


sábado, 10 de septiembre de 2011

MÁTAME O ÁMAME


MÁTAME O ÁMAME

Ella despertó y vio que no llevaba puesta la armadura. Miró a su alrededor… todo estaba desierto; pero al alzar la vista, lo vio a él, allí, en lo alto de aquella muralla infranqueable, empuñando su arco. Y comenzó a dar pasos silenciosos en medio de aquella nada que la acompañaba. Sabía que él la estaba observando, que aún desde aquella posición privilegiada, él seguía sintiéndose inseguro; la fuerza de ella, era demasiado devastadora.

No titubeó ni un momento, sabía que su sino estaba marcado. Que ya no podía dar marcha atrás, que era el principio del final, o el final del principio.

Mientras caminaba, recordó aquella armadura que había llevado puesta tantos años. Era de metal, dura, fuerte, inalterable. Y una lágrima rodó por su mejilla aliándose con su pasado. Le había sido necesaria durante todo ese tiempo de lucha y guerra. Con ella, se sentía segura, a salvo. Nadie podía ver a la mujer que allí dentro se escondía. Al ser humano que huía de la luz, para instalarse en las sombras.

Ahí, entre ese amasijo de hierros, todo era posible. Nadie podía imaginar cómo era el latir de ese pecho. Nadie podía alcanzar sus miedos, sus inquietudes, sus terrores nocturnos a la luz de la hoguera. Era uno más, luchando en esa guerra. Uno, como tantos otros, que había hipotecado su vida a esa armadura de hojalata, donde nada entraba, pero tampoco nada salía.

Era seguro, ella lo sabía.  Era la mejor opción en ese mundo de locos, donde los sentimientos no pueden dejarse al descubierto. Donde a las almas puras, se las condena, se las juzga,  se las abuchea. Donde se permite una sonrisa, pero se sentencia una lágrima.

Todo estaba permitido, sí, menos ser ella. Eso, era demasiado peligroso, demasiado insensato. Si la conocieran, tal cual es, no la aceptarían. No encajaría en ese juego de máscaras, donde todo se esconde. No entenderían, que a veces hace trizas su vida, la destripa, la pisotea. Porque a veces, ella, es su peor enemigo.

No entenderían, que en ese ser de luz, también hay sombras. Que en ella habitan tanto el bien como el mal; sólo, que ella decide que hacer con ellos. Nadie comprendería, que a veces tiene dudas. Que a veces, se encuentra en la cuerda floja y desearía arrojarse al vacío y salir volando hacia algún lugar remoto, donde nadie pueda encontrarla.

Nadie entendería que le da mucho miedo enfrentarse a sus miedos. Porque sólo ella conoce, lo que se esconde detrás de ellos. Y así quiere que sea.

Nadie entendería, que cree en el amor eterno. Que busca la locura de la razón, el temblor que nace en el pecho… ése, que no tiene explicación, ése, en el que nada es perfecto.

Nadie entendería que le gusta meterse en su mundo, ése que ella ha creado, minúsculo y lúgubre. Porque, no se adapta a los hombres, aunque a veces juguetea con ellos, los roza, los saborea. Es uno más, de cara hacia fuera.

No, no podía quitarse la armadura… ¿Quién la querría?

Y de repente en medio de aquel silencio, se escuchó el sonido de una flecha que iba directa a su corazón. Miró hacia arriba, se topó con sus ojos marrones color miel, cayó al suelo y murió.


                                                                                                          Hilave septiembre 2011

viernes, 9 de septiembre de 2011

UNA MOTA SIN UN SINO



UNA MOTA SIN UN SINO

Mueren mis pasos en este palco de títeres. Mueren todos los intentos de ser persona, en esta escena en la que todos salen ilesos. En los que no se derrama la sangre, en la que el puñal no abre carne, sino huesos.

Muere este yo, que a media voz, se deshace entre sonrisas. Muere el pecado original, donde la manzana rueda por el suelo, sin consorte, ni apetito. Porque nadie sucumbe a las pasiones carceleras de un instinto primitivo que  arde en las entrañas.

Muero, en este abismo de emociones que no encuentran el camino. Que cansada de buscar y no encontrar, se vuelve a su escondrijo. Muero y  mueres en la cascada de este manantial que además de agua escupe fuego camuflado en las raíces del subsuelo; en el punto oscilante de un enigma.

Muero y me marcho de este teatro de luces donde todo resplandece, donde las sombras se disfrazan de luces, donde los mimos recobran la voz y gritan tal alto que me duelen los oídos.

 Muero y en el foco de este crujir estalla una astilla, clavándose tan fuerte que me hunde en mis abismos. Desangrando todo a su paso, renegando de esto yo, que inventé para existir, mutilando este duelo de carcajadas que sólo fingen vivir.

Muero y me maldigo por no poderme coser, a este mundo de farándula al que me había inscrito. Pero es que me duelen las puntadas. Los agujeros se desgarran, cuando a la luz de la hoguera se vela lo invisible.

 Muero y los buitres revolotean esperando mi derribo. Huelen la sangre putrefacta que como hilachos se derraman por mi abrigo. Pero ya no tengo fuerza, ya no puedo asirme a sus destinos.

Muero y gime el polvo del camino. Huye asustado por mis gritos, por ese trotar en estampida de las fauces de la vida. Me meto en mi guarida. En la choza que creé para escapar de los aullidos. De ésos que alzan mi boca y perturba mis sentidos.

Me rindo a lo que soy. Me hundo en este cielo mal herido, huyo de este penar por la tierra de los hombres en la que no encajan mis latidos. Porque nací para morir, para aferrarme a los corazones doloridos, a los enigmas escondidos, a ese agonizar sediento que jamás encuentra su camino.

Porque, soy lo que soy… una mota sin un sino.



                                                                                             Hilave septiembre 2011

sábado, 3 de septiembre de 2011

EL DESPERTAR DEL NENÚFAR


                      EL DESPERTAR DEL NENÚFAR

 Nace el primer escalofrío, en el epicentro de este temblor que sonroja mi carne. Repta en el flujo hacedor, la salvia que solapadamente me insta a beberte.  Ruge el aire, y en la linde de la cordura, se sostiene el deseo.

Soy tallo que no cede a tu paso. Rizoma, engendrando Nenúfar,  en el letargo invernal donde se acallan sus flores. Soy lamento, en esta oquedad nocturna, donde llega la primavera.

Habla la sangre y la calma los huesos.

Sofoco este fuego, con la arena solitaria que robé de tu playa. Mitigo mi hambre y apaciguo las brasas, que prendidas permanecen sedientas.

Pero… cruje el aire y en los suburbios del sentir, se rompe la diáfisis de la matriz ósea, que sostiene este esqueleto. Me adentro en el fondo de este estanque de aguas mansas, elevo mis flores, desprendo mi aroma, te siento muy dentro,  y...

Yerra la tenue luz, que agoniza las sombras. Yerra la mano que calla al grito y la boca, que sostiene las letras furtivas, que se ocultan en ese bosque anegado de mutismos circunspectos.

Yerran todos los intentos, de acallar este aullido, en el manantial de este yo proscrito, que cansado de media voz, se eleva hacia la fuente que adultera los silencios. Explosiona una emoción, derramando su lava, por los perfiles rectilíneos de este sentir, mutilado en las madrigueras de mi cuerpo.

Me resigno a este yo, que late por latir. Me aferro al fuego eterno, a los barcos a la deriva, a las arenas movedizas y a los pasadizos secretos. Me aferro al frasco lleno, a la chistera con conejo, a la pluma con tinta, a los orgasmos con dueño.

Claudico ante la evidencia. Ante lo arcaico de la raza, ante lo primitivo de la esencia.   

Y en el alud del deseo, se abren los pétalos, se muerden la carne, y penetra la lengua en la guarida secreta de los sabores sin dueño.  Danzando sedientos, saciando la sed, en el manantial donde todo nace, donde todo crece, donde se mitiga el ansia, la bulimia de esta hambre, que chorrea por mi espalda pidiendo clemencia.

Reptan tus ramas por la curvatura perfecta de la cintura acuñada. Desatando a la fiera, a la niña indomada, a la diosa del agua, al gameto que hierve en las ascuas, avivando este fuego. Evaporándose, por los pliegues de esta piel, los olores lascivos, que despiertan tu aliento.

E irrumpes procaz, en la cueva sibila que reconoce tu aroma. Fosa, que evoca a los efluvios de la llama perpetua, a las noches sin calma, a este indecoroso deseo que no responde al tribunal de la decencia.

Y me abro famélica en busca de la cascada, de ese torrencial que fluya bajo mis piedras, que anegue todas mis estancias, que inunde la tierra yerma.

Pero en el cristalino del ventanal despierta el día y reconoces mi estirpe. Los infiernos que me arden por dentro, los albores de la eclosión, los avernos que preñan mis miedos.  

Y entonces, beso tu boca, cierro mis pétalos y vuelvo a mi invierno.

Hilave septiembre 2011

viernes, 2 de septiembre de 2011

LA EVIDENCIA SE HA VESTIDO DE GALA


                                                LA EVIDENCIA SE HA VESTIDO DE GALA 

Suenan violines en esta mañana fría donde el silencio emerge con mucha fuerza. Se regodea la arena meciendo al son de clarinetes, los restos de este naufragio. Se recompone el aire, y  los huecos arcanos del desastre, se elevan lentamente hasta encontrar la salida. 

Se ensancha el camino, sobreviví al derribo, a las piedras que mataban, a lo gélido del camino, al fuego que calcinaba. Y entendí, que hay pasiones que queman, que abrasan, que matan. Sí,  pero que enriquecen, te elevan, te aventajan.  

Comprendí que hay códigos sutiles, que sólo conoce el alma. Pequeñas fisuras en las grietas de las murallas. Lágrimas que no duelen, que se deslizan suavemente derrotando barricadas. Porque, en ocasiones, las lágrimas definen posiciones, te ubican en la batalla.

 Destripé las vocales que delatan. Las que se quedan en el olvido, los pensamientos que nunca salieron por la garganta. Porque  hay silencios que reptan sutilmente por las entrañas, se escuchan en las acciones, en las manos que disimuladamente te bajan. En el anonimato, desde la distancia.  Sin fuegos artificiales, sin las farándulas de este teatro de máscaras.  

Entendí que hay cruces de caminos, que te despistan, te enredan, te desgastan. Motores que se apagan ante la avalancha. Misterios que vuelan en el aire soltando carcajadas, castas que se reconocen por la nobleza que calzan, estruendos repentinos que te ciegan y te sacian.

Se acabó el postre de este almuerzo. Demasiados platos indigestos, empachos que emborrachan. Ebria de decepciones, beoda de desesperanzas.

Se secó el río que abastecía las dos orillas. Las luces tenuemente se apagan. Cerrando capítulos, dando por concluida la hazaña.

Cae una lágrima en la cuneta del olvido. Cesan las preguntas. La evidencia se ha vestido de gala.

                                                                                    

                                                                                                            HILAVE  Septiembre 2011