viernes, 25 de marzo de 2011

MURIENDO POCO A POCO

MURIENDO POCO A POCO


Muero lentamente entre los pliegues cansados del silencio. Hurgo los desastres de tu contienda exprimiendo cada poro de tu aliento. Mancillas mi nombre en pro de esos muros que contienen tus debilidades. Me exilias de tus tierras evitando mi sublevación.
Camino despacio por las avenidas preñadas de miedos, abortos gritan mi nombre mientras tú te escondes entre las fieras.
¡No agacharé mi cabeza! Altivo dibujé amaneceres en tus laberintos, arrollé sin piedad los esquemas inalterables de tus anhelos. Pisoteé las agujas insurrectas de las maniobras maquiavélicas de tus centros. Y aún así me destierras a los confines de esos lagos que ahogan mi fuerza, mi empuje. No entiendes que para huir de mí antes debes enfrentarte. Permaneceré en ti a expensas de que consigas aniquilarme. No desistiré en mi empeño de vapulearte para que despiertes de tu letargo, para que mires de frente a ese niño que vive esperando una oportunidad para existir, para gritar, para reír.
Pero mientras tanto muero lentamente entre las manos juguetonas del olvido. Me ocultas entre las sombras de tus miserias, amordazas mi boca y me velas entre cortinas de cordura y frialdad. Juegas al escondite asfixiando tu aliento entre guirnaldas de sutilezas, controlas cada grito de mis manos y me devuelves sin mirar hacia la esquina de mis castigos.
De reojo a veces me observas en silencio y me anhelas. Tu alma despierta en fragmentos de segundos pero tú arruinas todos sus intentos.
Quiero marcharme antes de morir entre tus garras, la sangre corre por mi cuerpo moribundo mientras contemplo tu caída,  lucho por mantenerme en pie en ese mundo sin luz en el que te escondes a diario, pero la tierra bajo mis pies se desvanece a cada paso, y el lodo me engulle hacia lugares desiertos de sueños, de esperanza.
Pido clemencia, quiero exponer mis alegatos antes de ser juzgado y crucificado. Quiero mostrarte el abanico de colores que te pierdes ante tu ceguera de vanidades. Reglas rígidas se instalan en tus fisuras llagadas, que nadie las toque, que nadie las sane, que la sangre no se derrame ante el mundo, porque pueden ver aquello que escondes con tanto disimulo. Aquello que desmorona tus obsoletas verdades.
Te escondes entre vinos y canciones. Te infiltras en sus vidas vacías para no sentir la soledad de esa habitación desierta. Finges alegría cuando alzo la voz, cuando por las rendijas de tus cicatrices salgo a la superficie. Entonces el vacío se instala en tus adentros y huyes sin dirección fija, tropiezas con muros y puentes, corres y corres para no tener que darme explicaciones. Para no tener que enfrentarte a ese espejo que te muestra los abismos de tus miedos. La verdad de tus quimeras, la ansiedad de ese espacio lleno de recuerdos.
Lloro en silencio dentro de tus fisuras, clamo mi lugar en tu mundo y taconeo para que oigas mis pasos. Voces al viento eclosionan cerca de tu cabeza para apartarte de ese lugar, para que te adentres en ese corazón olvidado que exige tu mirada. Para que escuches sus súplicas, sus reproches. Para que desmanteles todos tus axiomas banales y oigas los murmullos sutiles de las luces que serpentean a tu paso.
Voy muriendo poco a poco, envenenado por las cumbres borrascosas que planean sobre tu asfalto. Millones de paraguas salen a tu lado, evitando que te empapes, que un rayo te parta en mil pedazos. Pero tu insistes en permanecer bajo la lluvia, que cale muy adentro de ese sufrir que corroe todas mis esperanzas. Me ahogo entre tus aguas, penetra por mi olfato y se desliza por mi garganta. Ciego siento tu descaro, tu desplante. Esas risas calladas que se orgullecer de aplastarme, de alejarme antes que el cataclismo de mis simientes haga mella en tu vientre.
Ganarás la partida, lo sé, miles de soldados combaten en tu nombre, orgullo y vanidad se llevan la palma, ellos se visten de gala mientras que a mí me coronan de harapos.
Partiré sin dilación, partiré ocultándome entre esas cicatrices que supuran tu descontento, esas que enmascaran el sentir de tu cuerpo.
Voy muriendo poco a poco, durmiendo mis ojos y cerrando mis brazos.








                                                                                                                                 HILAVE

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