miércoles, 11 de enero de 2012

NO HAY MÁS RAZÓN, QUE UNA SÓLA RAZÓN...



No hay más razón, que una sóla razón... 

No, no hay más razón que las lágrimas que se cuelan por mi vestido y resbalan por tu ombligo para sentir, que en un relámpago el todo se convirtió en nada y los instantes se marcharon por un momento.

Sonaron los clarinetes, volvió la oscuridad, odié la noche, y maté de un grito todas las vocales que me instaban a amarte. Sí,  asesiné la luz, anduve a oscuras y desee huir de las manos diminutas que lloraban en silencio, de los ojos sin brillo que no me atrevía a observar.

Sí, soy culpable, la mujer se volvió sirena, ahogó entre aguas mansas las olas que se interponían a su paso, se alejó de la orilla para olvidarse de las grietas de la tierra que pisa, desaté de mi garganta los hilos que me asfixiaban y olvidé que ellos tejían el vestido que nos unía.

Si, soy culpable y lo asumo. Agacho mi cabeza y entre lazos blancos me ato a tu cintura. Bailaré contigo el baile que nunca bailamos y cantaremos entre besos y arrumacos el ritmo de los condenados. Dame tu mano, camina conmigo que quiero tenerte a mi lado, sentirte muy cerca, rozarte tu rostro y sentir que aún tenemos tiempo. Que no todo se ha perdido, que aunque las espinas nos pincharon, ya no sangran las heridas, cicatrizaron en el tren que camina despacio, en el anden donde pasan los días.

Si, sólo hay una razón, la que se teje desde tu camiseta hasta mi blusa, la que se cose desde tu boca a mi sonrisa, la que hilvané para nunca olvidar que eres mi vida, que por ti muero y vivo cada día porque eres tú la razón para quedarme, eres tú la razón por la que aún camino.

Sí, sólo hay una razón y esa razón eres tú.


                                                                             HILAVE enero 2012

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