miércoles, 25 de enero de 2012




                                                              IMAGINANDO IMPOSIBLES, MATANDO REALIDADES


Nadamos en medio de esta jungla buscando a toda costa un indicio de que existe algo más, anhelamos que alguien nos rescate de este absurdo cataclismo en el que permanecemos inmersos, por miedo a ver la luz al final de esa oscuridad silenciosa que nos abraza y acoge.

Nos pasamos media vida buceando en medio de algo a lo que llamamos vivir, nos encerramos en viejas creencias del amor eterno, de príncipe azul y de media naranja, creamos mil excusas, que acabamos creyendo y somos llevados por el mínimo pretexto hacia la melancolía novelesca y la imaginación de la felicidad. 

Buscamos el hombre perfecto, la mujer ideal, el compañero que llene nuestras expectativas, ése que nos saque de esa falsa comodidad en la que andamos sumergidos. Esperamos sentados viendo pasar el mundo y a cada situación o persona le buscamos un argumento razonable del porqué no es lo que andamos buscando.  

Vamos transportados a la deriva por esa farándula divertida que nos engulle y escribimos el libro de los siete pecados capitales tatuándolo en la piel para que no se nos olvide. Vivimos, sí, imaginando imposibles y matando realidades.

Siempre hay un pero o un porqué, un ahora no, o un después. Miramos lo que falta, nunca lo que sobra. Nos quedamos con debería ser o no es lo que debería, jamás con lo que es o podría llegar a ser.   

Y seguimos buscando príncipes azules y princesas reales. Buscamos lo que fue, lo que creemos que debe ser, acotamos los sentimientos y sólo le permitimos sentir aquello que está permitido dentro de las cotas establecidas. Nada que no entre dentro de esos parámetros convenientes, factibles, viables…

Pero en el fondo, muy en el fondo de ese corazón que busca, exige, desecha, descarta, y aleja. Lo único que realmente le importa es encontrar a alguien con quien estar…Pero los humanos nos sumergimos en esa absurda melancolía novelesca y aunque la vida nos ofrezca la felicidad en bandeja, nosotros la discutimos e impugnamos. 

Un concepto muy manido, ése de la felicidad. Una ingeniosa manera de llamar a la forma de relacionarnos, que sin embargo y en el fondo, es el mismo anhelo de encontrar en la profundidad de cualquier lugar, físico, cibernético, soñado o deseado el amor tan ansiado por todos y que incongruentemente muy pocos saborean porque están demasiado pendientes de otras cosas...

 Y final de todo esto, la pregunta ha de ser: ¿hemos sacado el máximo partido posible para nuestra felicidad en las situaciones en las que el azar se ha colocado delante y nos ha regalado una sonrisa?
 

Hilave diciembre 2011

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