jueves, 20 de octubre de 2011

ME MARCHÉ PARA QUEDARME


ME MARCHÉ PARA QUEDARME 

Hoy descienden todos los argumentos que guardé para marcharme. Hoy deambulo sin caretas, por este suelo que piso, encontrando una salida. Hoy, al fin puedo ponerme cara a cara, orgullosa de que gané la batalla.

Atrás quedaron las piedras arrojadas a la diana, la rabia sostenida y los puñales clavados en la arena solitaria de esa playa que contemplaba mis suspiros.

Se sostuvo el amor en la cuerda floja, se mantuvo a la espera de enfriar el fuego encendido, Las ascuas de la hoguera aún siguen vivas, pero se calcinó la decepción y el fraude, que desgarraba mis entrañas sin razón y sin motivo.

Me fui, antes que la guillotina, bajara su cuchilla. Antes de que el frío filo de su hoja helara mis pupilas. Sí, me fui, y en tus reproches encontré el sustento de mi hambre. Descubrí la daga con la que mutilas los lazos invisibles, encontré la estaca que clavas en el pecho cuando su latir retumba en las paredes de tus huecos.

Me fui y vencí a la muerte que se avecinaba. Subyugué a la piel que se quemaba, dominé las llamas, que incendiaba todo a su paso. El tiempo fui mi único aliado, el tiempo, derrotó, al rencor y al resentimiento.

Me marché para quedarme. Para mantener intacto el sentimiento que broto de la nada y encontró su sitio. Demasiadas muertes prematuras, demasiado veneno en las acciones silenciadas y en los cascabeles que sonaban, augurando el suicidio.

Destroné a las preguntas sin respuestas, derribé las murallas elevadas del orgullo, demolí las palabras que mataban y rescaté los momentos compartidos.

Es hermoso esto que siento, ganó la batalla el sentimiento.


                                                                                                    Hilave octubre 2011

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