jueves, 12 de mayo de 2011

SI LO SUPIERAS...

La luna alumbra mis pasos, tu sombra se desvanece poco a poco entre las grietas de esta noche en la que mi cordura se ausenta y da paso a esa parte de locura que grita por encontrar su sitio. Miro hacia atrás y te veo marchar. Algo en mi interior me grita que corra tras de ti y detenga tus pasos. Pero, no voy a hacerle caso. Sé que mañana las sombras cubrirán las luces, siempre sucede así.

No es la primera vez que siento esto, no es la primera vez que mis labios desean acercarse a los tuyos y besarte. Pero, escapo antes que esa sensación me venza y se apodere de mí, antes de que sea demasiado tarde para salir corriendo.

No  puedo decirte lo que siento, no puedo abrirte este corazón que ha estado en la  penumbra tanto tiempo. No quiero que desnudes las cicatrices de esta piel y descubras que aún supuran dolor entre sus aristas.

Pero cuando me miras, siento que la vida recobra su brillo, me miro en tus ojos y me veo hermosa, infinitamente hermosa. Eres las madrugadas dulces y las noches serenas, a tu lado, el miedo se esconde, se esfuma, desaparece. La paz me acuna, me seduce entre tus brazos y me insta a quedarme contigo.

Si supieras lo que siento, te acercarías despacio y me abrazarías inundando mi mundo, si lo supieras, no me dejarías escapar, seguirías a mi lado hasta el final de mis días. Pero este es mi secreto, tú no lo sabes y posiblemente nunca lo sabrás. No quiero que esos brazos me atrapen y ya nunca pueda escapar.

Sé que si dejo que tus manos me acaricien ya no podré marcharme.

Porque si lo supieras, volverían las noches en vela, los sentimientos de culpa, los pasos errantes por los incendios, por las llamas sin control,  por ese sendero donde la libertad tiene dueño, donde la razón se escapa para no contemplar mi caída, porque las palabras se esconderían, mi cuerpo se encendería al olor de tu esencia, al rozar de esos labios que se humedecen al mirarlos. Porque volverían las miradas furtivas, las sospechas sin huellas, los caminos sin tregua. Las pasiones mundanas por las sabanas de seda, los besos callados, el frenesí de la contienda, los suburbios sin miserias, los manjares entre tus piernas y las caricias por los perfiles de esa alma que se desnuda de piel y de decencia.

Si supieras lo que siento, si lo supieras, volverían mis deseos sin fin, mis sudores emanando los flujos sedientos de besos, descubrirías la llama que se esconde en el manantial de este río manso, conocerías a esta mujer que se desvive entre el hielo y el fuego.  No, no puedo.

No, no es tan fácil  construir un hogar sobre las brasas de un pasado inconcluso, no es tan fácil deshilvanar el hilo de los momentos vividos y volver a coserlos en un nuevo puerto. No es tan fácil despertar una mañana con las manos vacías y seguir adelante sin ganas. No, no es tan fácil, recomponer las piezas fallidas, las miradas de estorbo, las fragancias marchitas y mirarte a los ojos sin que se me escape un te quiero. No, no es tan fácil distinguir lo que es amor a lo que son cadenas.

Así que te dejo marchar, y me encierro a descansar en mi cementerio desierto, al umbral de lo incierto, en los laberintos de un pasado al que permanezco enclaustrada por miedo a despertar. Siempre en las sombras, en la oscuridad muy cerca del foco de luz, pero sin cerilla para encenderlo. Aunque a veces, los destellos del alba alumbran mi cueva y puedo verte. El antifaz con el que cubro tu rostro para no adentrarme en tu piel se evapora. Siento tus labios cuando hablan y tus manos cuando rozan las mías. Pero escapo, tengo que escapar, no puedo dejarme llevar por esto que siento. No puedo fundirme con tu piel y fluir dentro de tu sangre. No puedo decirte lo que siento, no, no puedo.

Escapo y volveré a escapar cada vez que mi corazón me aúlle que vuelva, huiré antes de que descubras lo que gritan mis ojos al verte, lo que emanan mis poros al olerte, antes de que percibas este latir profundo entre las yemas de mis dedos, este  palpitar inquieto cuando estoy a tu lado. Este deseo incontrolado que desarma mis armas y sucumbo a todos mis instintos primitivos que me llevan a los callejones del delirio y el desenfreno.

Por eso callo, porque si lo supieras no me dejarías marchar, me atarías con cadenas al amparo de tus sueños, al suspirar de tus anhelos. Doblegarías mi alma, y volvería a perderme entre los entresijos de este vivir sin freno, este sentir con llagas, este morir despacio entre tus labios y tus dedos.

Porque si lo supieras no habría distancias ni fronteras, no habría paz, sólo guerras. Esa que habita dentro de mí cuando mi corazón queda preso.

Por eso, mejor me callo, huyo cuando te tengo cerca, que no sepas lo que siento, que no sepas lo que bulle aquí adentro.

Porque si lo supieras…


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