viernes, 26 de agosto de 2011

NO MERECE LA PENA MORIR POR UNA QUIMERA


                                   NO MERECE LA PENA MORIR POR UNA QUIMERA

En lo evidente de lo absurdo me pregunto: ¿Qué es lo que nos hace permanecer enganchados a una quimera y morir de amor? ¿Qué extraña fuerza nos atrae que caemos rendidos a sus pies?

Nos inventamos mil historias para mantener el tipo, para sostener esa hipótesis con la que poder seguir alimentándonos. Intentamos agarrarnos a esa historia que nos ha estremecido, meneado, golpeado e incluso asesinado.

Así al menos, tenemos algo donde aferrarnos. Así, no nos sentimos perdidos en esta selva, donde todos los principios han desaparecido, donde cada uno lucha por sus intereses, por sus convicciones, por su lado.

Nos aferramos a ese último aliento, a esa bocanada de vida, a ese temblor que nos ha dejado en la cuneta. Dan igual las heridas, da igual el dolor que nos ha proporcionado, da igual cuanta sangre derramada haya sido necesaria…

Creamos mil excusas para poder disculpar su comportamiento. Lo encubrimos, lo justificamos, lo defendemos contra viento y marea.

Necesitamos hacerlo así. Sino, no podríamos sobrevivir en esta tierra de nadie.

Nos atrae lo complicado, lo difícil, lo que es un imposible. En el fondo nos gusta la lucha, incluso con nosotros mismos.

¿Pero dónde está el límite? ¿Dónde empieza la farsa y dónde termina la verdad?

Podría decir que simplemente no hay límites. Podría decir que el amor no entiende de razonamientos. Podría seguir inventando excusas para mantenerlo a mi lado, para no arriesgarme a coger las riendas de mi vida.

Podría decir, que cada persona tiene su propio código. Que cada individuo, tiene sus razones personales para actuar de determinada forma. Que no siempre lo blanco es blanco, ni lo negro es negro. Que a veces, hay matices intermedios que olvidamos.

Podría decir, todo aquello en lo que creo, todo aquello que siempre utilizo para justificarme, para justificarlo. Podría interpretar sus palabras, sus caricias, sus miradas, sus silencios… pero, sólo sería una interpretación mía. Y tal vez, sólo tal vez, una de esas conjeturas diera en el clavo.

Estamos continuamente inventando. Nos creamos un papel y decimos amar a quien no amamos. E incluso decimos no amar a quien amamos. Nosotros creamos el guión a nuestra conveniencia. A la conveniencia de ese corazón que no sabe como librarse de los miedos, de las ausencias, de la soledad.

En el fondo todos somos unos cobardes. Tenemos tanto miedo al dolor… que evitamos todo aquello que pueda provocarlo. Incluso aferrándonos a un imposible. Sosteniéndonos a algo, da igual a qué. Lo importante es no sentirnos solos en medio de ese naufragio.

Sentir que tenemos algo donde cogernos. Para seguir sintiendo que estamos vivos, que sentimos. Que nuestro corazón no se ha helado, que sigue latiendo en medio de la tormenta. Seguir enganchados, para no desprendernos de aquella vez que fuimos felices…

¿Pero qué pasa con la felicidad actual, la verdadera? ¿Qué pasa con esos sentimientos que sí que están helados, bueno mejor dicho congelados en el pasado? ¿No será que nos aferramos al pasado para no enfrentarnos al presente?

Cuesta mucho descubrir, que no te queda nada donde agarrarte. Que la única opción, es comenzar de nuevo. Volver a construir desde ese vacío infernal en el que todo es árido y desierto.

Todo es incierto y desconocido. Estamos de nuevo en pañales. Hay que volver a aprender lo aprendido. Hay que desechar viejas creencia, para adaptarte, a esta tierra de nadie, donde cada uno sigue sus reglas.

Tenemos que volver a aprender a nadar, unos guardando la ropa y otros confiando en la gente.

¡Cuesta tanto empezar de cero! ¡Cuesta tanto confiar en el futuro! ¡Confiar en el destino!  

¡Cuesta tanto abrir tu corazón de nuevo!

Volver a desnudar tu cuerpo y tu alma. Volver a recorrer nuevos cuerpos, nuevos pensamientos, nuevos conflictos, nuevos silencios.

A todos nos aterra los cambios, aunque ese cambio, sea, alguien muy cercano.

Alguien a quien admiras y aceptas. Alguien que está ahí, tanto cuando ríes como cuando lloras. Alguien con quien la paz reina a su lado. Alguien que te hace reír, con quien las horas se hacen segundos. Alguien que responde a tu  llamada. Ese alguien, en quien piensas cuando estás triste y estás contenta.

Ése que abre el pecho en canal y expone sus credenciales… aunque sean dolorosas, hirientes e incluso desagradables…

Ése que sabe que las palabras que no se han dicho, se quedan sin decir. Y que una huida es siempre una derrota.

Ése que da la cara,  que alega en su defensa cuando algo te ha dañado, porque reconoce, que  no se puede dar una callada por respuesta.  Sabe, que ha de dar simplemente una explicación, aunque a veces no la haya. Incluso eso, tiene más valor, que dejar a la otra persona en la incertidumbre, en la incógnita.

Simplemente es ese alguien que está, que no es una ficción, ni es una invención de tu dolido corazón para no sentir la soledad.  

Pero en vez de destronar al fantasma seguimos inventando excusas…

Si me quiere, lo que pasa es que… Me ha hecho daño pero ha sido sin querer… No me llama, pero sigue pensando en mí… No me dice lo que siente, pero es porque no puede… Me muero de amor, pero él se lo merece…

Basta de escuchar la voz de esta tonta infeliz. Hoy he bajado los pies a esa tierra donde rara vez desciendo. Hoy ha hablado la cordura, esa con la que siempre ando enfadada. Hoy en vez de velar lo evidente con mascaras de colores, voy a mirarla de frente, voy a provocarla. Hoy, vamos a vernos las caras.

No nos engañemos, todo es mucho más sencillo.

Simplemente lucha por el amor cuando la persona esté ahí. Contigo, de la mano. Luchando juntos vuestras batallas independientes. Curando las heridas con mimo y amor. Cosiendo los desgarros con paciencia y tiempo. Dedicando tiempo en conoceros, comprenderos, compenetraros, ayudaros…

Lucha, simplemente lucha, cuando esa persona luche por ti.

No merece la pena morir por una quimera. 


                                                                                        HILAVE agosto 2011


2 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo contigo, buscadora de lunas, no merece la pena morir por un sueño que no tiene modo de hacerse realidad.

    Hay veces que aparece un sueño, la persona que te hace sentir que has nacido para encontrarla y resulta que la circunstancias son del todo desfavorables para luchar. Me atreveré a confesar que personalmente, me he visto en esta situación. Y a fe que durante los primeros compases del nacimiento del sentimiento, estaba dispuesto a luchar hasta el último suspiro, porque la sensación de estar ante lo que llevas esperando toda tu vida es tan nítida que la lucha se hace necesaria. Pero esa persona ya tenía una persona a su lado y eso, que debería haber sido motivo suficiente, no le sirvió al corazón para desistir. Es la escena de Big Fish, cuando Edward le dice a Sandra que no lo conoce pero que acabará casándose con ella. Sandra le dice que ella está prometida y Edward, tras dar unos pasos hacia atrás, se gira y le dice, "Sandra, voy a casarme contigo".

    Con esto lo que quiero decir es que el corazón se prenda de alguien y ya nos podemos echar a dormir, nos podemos esconder en la luna, que seguiremos prendados. El tiempo es el antídoto para un sueño imposible. En mi caso, mi sueño se alejó de mí, se alejó en silencio y me dolía no saber el motivo, porque siempre pasas a pensar que has cometido un error. Intentas comportarte con corrección y luchas esperando una posibiliad, sin meterte entre nadie, sin forzar nada ni poner condiciones. El amor es incondicional y el corazón sigue sintiendo aunque no te correspondan. Por ello, el tiempo, termina por equilibrar las cosas, pero no es inmediato. Además, aprendes que hay que amar a lo real y si su conducta es alejarse y desaparecer de tu mundo, todo parece convertirse en una quimera.

    Soy de los que piensan que uno sabe bien cuando ama, aunque como Edward no sepas nada de la persona. Es un impulso, un acto, pero no puedes quitarte a esa persona del corazón. Y tengo el valor de ser sincero conmigo mismo. Si nace un sentimiento, no vale negarlo, porque vive contigo. Puedes inventar mil historias y convencerte de otras mil. Pero el caso es que las muestras de esa persona determinará tu estrategia de lucha, puesto que no hay estrategia alguna establecida que sea válida. La vida son golpes y caricias y si somos capaces de sonreír sin parar cuando todo es llano, también hay que sonreír cuando viene la bofetada. Y saber que siempre se puso el corazón desnudo a flote. El amor es algo de dos y el sentir de uno no es suficiente para mantener un sueño vivo. Esas cosas de "como yo te quiero no te va a querer nadie", me sobra, porque vale, tú amas y piensas que nadie ama como tú (que en realidad es otro error) pero si ese otro no siente nada, mejor aceptar el vacío, porque de lo contrario, se avecinan tiempos de tormentas.

    El tiempo también enseña que tras la lluvia, nace un arco iris. Y que en el momento menos pensado, alguien apresará al corazón de nuevo. No se busca, simplemnte sucede. Y esto viene a confirmar, que, efectivamente, debes luchar por quien luche por ti, aunque el corazón quiera luchar por quien se aleja, la cabeza tiene que ser más fuerte y tragarse el dolor de la derrota. Cuanto antes se empiece a depurar ese daño, antes se saldrá de la situación.

    Efectivamente, no merece la pena morir por una quimera.

    Un saludo cordial, bucadora de lunas. Que su luz inspire tus palabras.

    P.D. No puedo publicar comentarios en tu anterior entrada en la que cuentas un secreto. COn tu permiso y si no te importa, lo pongo a continuación. Es un comentario para la entrada anterior. Si no te parece bien, lo eliminas para no mezclar las entradas. Gracias y felicidades por este modo tan bonito de escribir que tienes.

    ResponderEliminar
  2. Es una realidad Juanjo. A veces permanecemos demasiado tiempo persiguiendo un imposible. Intentando creer que el tiempo cambiará la situación. Justificamos los comportamientos e incluso inventamos lo que queremos sentir y lo que la otra persona siente. Porque posiblemente si vieramos la realidad tal cual es, nuestro propia dignidad no nos permitiría seguir ahí. Pero afortunadamente, eso no dura eternamente, y un día te das cuenta que no merece la pena seguir luchando por algo que nunca será tuyo, porque pertenece a otra persona. Ya sea real o ficticio.

    Así que... luchemos por lo que merece la pena. Por alguien que respire junto a ti, a tu lado.
    Que abre el corazón y te lo entrega enterito para ti... Y te dice: luchemos juntos esta batalla, con sus heridos y sus muertos...porque todos soportamos cicatrices de guerra de otras batallas.

    Un saludo.

    ResponderEliminar