viernes, 9 de septiembre de 2011

UNA MOTA SIN UN SINO



UNA MOTA SIN UN SINO

Mueren mis pasos en este palco de títeres. Mueren todos los intentos de ser persona, en esta escena en la que todos salen ilesos. En los que no se derrama la sangre, en la que el puñal no abre carne, sino huesos.

Muere este yo, que a media voz, se deshace entre sonrisas. Muere el pecado original, donde la manzana rueda por el suelo, sin consorte, ni apetito. Porque nadie sucumbe a las pasiones carceleras de un instinto primitivo que  arde en las entrañas.

Muero, en este abismo de emociones que no encuentran el camino. Que cansada de buscar y no encontrar, se vuelve a su escondrijo. Muero y  mueres en la cascada de este manantial que además de agua escupe fuego camuflado en las raíces del subsuelo; en el punto oscilante de un enigma.

Muero y me marcho de este teatro de luces donde todo resplandece, donde las sombras se disfrazan de luces, donde los mimos recobran la voz y gritan tal alto que me duelen los oídos.

 Muero y en el foco de este crujir estalla una astilla, clavándose tan fuerte que me hunde en mis abismos. Desangrando todo a su paso, renegando de esto yo, que inventé para existir, mutilando este duelo de carcajadas que sólo fingen vivir.

Muero y me maldigo por no poderme coser, a este mundo de farándula al que me había inscrito. Pero es que me duelen las puntadas. Los agujeros se desgarran, cuando a la luz de la hoguera se vela lo invisible.

 Muero y los buitres revolotean esperando mi derribo. Huelen la sangre putrefacta que como hilachos se derraman por mi abrigo. Pero ya no tengo fuerza, ya no puedo asirme a sus destinos.

Muero y gime el polvo del camino. Huye asustado por mis gritos, por ese trotar en estampida de las fauces de la vida. Me meto en mi guarida. En la choza que creé para escapar de los aullidos. De ésos que alzan mi boca y perturba mis sentidos.

Me rindo a lo que soy. Me hundo en este cielo mal herido, huyo de este penar por la tierra de los hombres en la que no encajan mis latidos. Porque nací para morir, para aferrarme a los corazones doloridos, a los enigmas escondidos, a ese agonizar sediento que jamás encuentra su camino.

Porque, soy lo que soy… una mota sin un sino.



                                                                                             Hilave septiembre 2011

No hay comentarios:

Publicar un comentario