lunes, 18 de octubre de 2010

SIN SABER EN QUE INFINITOS CIELOS TE ENCUENTRAS

Hoy percibo tu aroma en el aire, sueños borrachos de fragancias riegan mi noche. Abrazada a mi almohada te siento. Te invento en la oquedad de este momento, sé que me esperas mientras calmas tus horas de soledad llenando tus bolsillos de sonrisas.
Miras al cielo y te preguntas ¿Dónde estará ella?
Deslizas tus dedos por mi espalda negando mi cuerpo de bálsamos de calma, Siento el aliento de tus palabras provocando cada esquina de mi cuerpo. Te deseo aún si saber en que infinitos cielos te encuentras. Sé que estás ahí, regalando sin pudores tu dolor, para que puedan aprender de él aquellos que te escuchan. Vives libre de orgullo, derramando tus verdades en cada vaso de vino. No le temes a mi mirada, sabes que ella es franca y directa. Te dice lo que siente sin  movimiento de manos, ni de vueltas. Nunca entendí para qué esconder las palabras, para qué ocultar lo que es intrínseco al hombre que habita este planeta.
Te invento en cada estrofa, te moldeo en cada sílaba, quiero dejar señales para que puedas encontrarme, para que cuando aparezcas, sepas reconocerme en estas letras.
Yo te hallaré entre los escombros, desempolvando tu mente inquieta. Tus labios hilaran vocablos y tu voz hará que me tiemblen hasta las piernas. Verás más allá del disfraz en el que me escondo, me quitarás una a una todas mis caretas, trastocando mis verdades y descosiendo la decencia. Te hallaré por tus pies cuando caminen, en tu boca cuando bese, en tus labios cuando rían, en tus manos cuando la deslices por las curvas de mis caderas.
Serás libre de enjuiciamientos, provocarás la parte tímida de mi entrepierna, abortarás con tus axiomas mi raciocinio preñando de libertades lo recatado de mi conciencia.
Serás un niño vistiendo de traje, jugando a despertar la pícara mirada que te desconcierta, me oculto tras finos modales pero lo profano siempre me tienta. Te hallaré, en tus palabras llenas de sentido, en lo que calles, en lo que cuentes. En ese miedo contenido, en ese viajar sin  mochilas ni maletas.  En tus mil caras, en tu mirada inquieta, en la piel aletargada de recuerdos, en el dolor que has cosido a esas heridas que no cesan.
Te hallaré porque no escondes lo que sientes, porque te arriesgas, porque luchas en batallas perdidas y nada nunca te desalienta. Te hallaré porque te aproximas lentamente, atándote a mi piel sin que me entere, colmando de sonrisas mis lunas y atiborrando de carcajadas los bolsillos de mi chaqueta.
Caminarás visible mi mismo camino, no a mi lado, que es demasiado cerca, que mi libertad ignore que existes, que ella no entiende de fronteras.
Me enamorarás por lo que escribes, porque descifras todo lo que escondo entre estas letras, porque eres aprendiz de hechicero y maestro en enlazar vocales en fonemas.  
Te hallaré buscándome sin buscar, te hallaré cuando mi búsqueda se desvanezca, sé que estás esperándome, sé que en algún lugar riegas cada día las flores del destino para que emerja.
Y mientras tanto, y mientras llegas, te invento con mis palabras, te invento hilando sueños y pensamientos, nunca atándome sin amar, nunca eligiendo por mis carencias.
A veces me desespero, me asfixio en esta soledad que no halla respuestas. Me hundo en los desiertos del caminante, aquel que todo busca y nada encuentra.
Sin saber en que infinitos cielos te encuentras, te escribo para sentirte, para apresarte entre estas letras, para imaginarte, para tenerte, para crearte y darle forma a una quimera. 
Sé que tú también viajas alto, tal vez demasiado cerca de las estrellas, nueve lunas has de navegar hasta encontrarnos surcando historias en la misma guerra.
Pero no desisto, aprendí a esperar, por ti, todo merece la pena.



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