viernes, 8 de octubre de 2010

INTENTANDO NO DESHACERME DE TU ALMA era una forma muy dura de vivir: prohibiéndome recordar y aterrorizada con el olvido.

Tu figura se desdibuja en el espejo de mi recuerdo, el reflejo de tu luz se ha convertido en sombras. Evoco entre sueños tu imagen y se ha perdido en el silencio. No puedo mantenerla anclada en el puerto de la esperanza, ya no queda resquicio de aquel destello.
Elevo mis manos intentando detener los perfiles de tu cuerpo, pero se van con el viento y ya no puedo detenerlo. Visiones borrosas que me recuerdan el albor de un amor que llenó mi alma, pero que ya danza lejos de aquella llama.
Me resisto a que se desvanezca la imagen de tu mirada, esa por la que temblaban mis entrañas, perdiendo la cordura y la calma.
Pero los filamentos del lazo que nos ataba, se van deshaciendo y va aclarando todas mis lagañas. Ya no veo príncipes, ni héroes, ni Ángeles en tus hazañas, sólo una imagen difusa de un hombre que despertó mi alma.
A veces viajo al horizonte de mi memoria y permanezco allí para evitar que te vayas, pero… te vas disimuladamente sin dejar atisbo de tu presencia en esta casa. No quiero que se pierdan mis recuerdos, no quiero deshacerme de tu alma, pero… te estás yendo como la arena que se derrama de mis dedos y se asienta en otra playa.
Rescato tus manos entre mis sueños y acaricio la piel de mi almohada, sintiendo
Vibrar mi cuerpo, pensando en la pluma que escribía canciones en la epidermis que cubre mi alma.
Me enseñaste sin querer, a crear música entre las cuerdas de tu guitarra, afinando en cada letra, en cada canción cantada, un ritmo de movimientos, entre sostenidos, acordes y escalas. Barítono de mis emociones, tenor de mis plegarias, fui soprano entre tus manos en intervalos de segunda, tercera y cuarta, tocando el cielo en cada nota aún cuando tus dedos no me rozaban.
Escribo para tenerte, para impedir que de mi recuerdo te vayas, te mantengo vivo entre mis yemas y las teclas de mi instrumento, sin cuerdas, tambores ni palmas.
Pero… te vas como la infancia perdida, como la anciana que quiere recuperar la tersura de su piel cansada, llena de pliegues, vivencias y añoranzas de una vida que se aleja, y no puede hacer nada para alcanzarla.
Te difuminas en el tiempo, en el despertar de cada mañana, ya no estas entre mis pensamientos, ni recuerdo la dulzura de tu voz llenando de paz mi templanza.
Sé que no encontraré otro amor que haga vibrar mi alma, que me haga desesperar por un beso y me impulse a desear la sangre que corre por sus venas, más que el cuerpo que le acompaña.
Pero… su mirada me hará hermosa, sus manos recorrerán sin prisas la desnudez de mis palabras, la osadía de mi boca y la lengua que de saliva se baña. Él verá más allá de aquello que tú nunca quisiste ver, una mujer segura de lo que ama, que se viste de sencillez  y de nobleza se calza.
No quiero que se pierdan mis recuerdos, no quiero deshacerme de tu alma. Pero ahora vuelvo a sonreír, ya no hay frialdad, ni rechazos, ni esperanzas vanas. El amor es mucho más que palabras, se demuestra en cada gesto, en cada sonrisa robada, en realidad nunca me amaste, quise ver donde no había nada.
Vivo libre por el mundo, nunca más atarán mis alas, aunque mi corazón nunca vuelva a latir tan fuerte como el huracán que descubrió la mujer ardiente que dentro de mí se hallaba.
Te desvaneces en mi cabeza, ahora no hay ocupas que me distraigan, te evaporas sutilmente, dejando vacía la estancia.
Pero aún elevo mi mano, una, porque la otra ya está ocupada, intentando engañar a mis recuerdos, intentando no deshacerme de tu alma.

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